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Ficha técnica

Título: Los orígenes de la comunicación humana | Autor: Michael Tomasello |  Traducción: Elena Marengo | Editorial: Katz | Colección: Serie conocimiento | Género: Ensayo | ISBN: 9788415917007 | Páginas: 275 | Formato:  15 x 23 cm.| Encuadernación: Rústica | Precio: 23 euros

Los orígenes de la comunicación humana

Michael Tomasello

KATZ

La investigación acerca de los orígenes evolutivos de la comunicación humana, así como de su singularidad, implica reconocer un vínculo fundamental: el que une la estructura básicamente cooperativa de nuestra comunicación con la estructura netamente cooperativa de las interacciones sociales de nuestra especie (en contraposición a las de otros primates). A partir de esta constatación y con el apoyo de sólidas investigaciones empíricas acerca de la comunicación gestual y vocal de los grandes simios y los infantes humanos, Tomasello muestra que la comunicación convencional solo fue posible cuando los seres humanos ya dominaban esos gestos naturales y poseían una infraestructura de intencionalidad compartida y la capacidad de aprendizaje cultural necesarias para crear convenciones comunicativas comprensibles para todo el grupo y transmitirlas a otros congéneres.

En franca contraposición a la noción chomskiana de que el conocimiento lingüístico es innato, Tomasello sostiene, en cambio, que los aspectos fundamentales de la comunicación específicamente humana son adaptaciones biológicas para la interacción social cooperativa en general y que su dimensión exclusivamente lingüística está constituida por convenciones y construcciones culturales creadas y transmitidas en el seno de determinados grupos culturales.

Por su valioso aporte para una comprensión evolutiva del lenguaje, Los orígenes de la comunicación humana ganó en el año 2009 el Premio Eleanor Maccoby a la mejor obra sobre Psicología del Desarrollo, otorgado por la American Psychological Association.

«Estamos ante un libro excelente, escrito con un estilo tan accesible que cualquier persona interesada en la evolución del lenguaje lo leerá sin duda con placer.»  Robin Dunbar,
Current Anthropology 

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Reflexiones sobre la infraestructura

Eso que llamamos significado debe vincularse
con el primitivo lenguaje de los gestos.
L. Wittgenstein, Gran manuscrito [The big typescript] 
Acerquémonos a cualquier animal del zoológico e intentemos comunicarle algo sencillo. Indiquémosle a un león, a un tigre o a un oso que gire su cuerpo «de esta manera», mostrándole lo que debe hacer con nuestros propios movimientos de la mano o del cuerpo y ofreciéndole alguna deliciosa recompensa como premio. O señalémosle dónde queremos que se pare o dónde está escondido un trozo de alimento. O bien informémosle que hay un temible predador oculto detrás de un matorral señalando su escondite e imitando las acciones del atacante. No entenderán. No se trata simplemente de que no estén interesados o motivados, tampoco de que no sean inteligentes a su modo, pero el hecho concreto es que no podemos, ni siquiera por medios no verbales, decirles nada a los animales y esperar que nos entiendan.
 
     Desde luego, para los seres humanos los actos de señalar y hacer mímica son totalmente naturales y transparentes: basta con que la otra persona mire el lugar que estamos señalando y verá lo que queremos decirle. De hecho, incluso los infantes que no saben hablar todavía usan y comprenden el gesto de señalar. Además, en muchas situaciones sociales en las cuales no es posible utilizar el lenguaje hablado o no es práctico hacerlo -por ejemplo, a través de una sala colmada de gente o en una fábrica ruidosa- los seres humanos nos comunicamos con toda naturalidad señalando y haciendo mímica. Precisamente, los turistas se las arreglan así para entenderse con los lugareños cuando están inmersos en culturas que les son extrañas en las que nadie comparte su lengua convencional, y lo hacen recurriendo a esas formas de significación naturales de la comunicación gestual. 

[ADELANTO DEL LIBRO EN PDF]

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Michael Tomasello

Michael Tomasello Florida, Estados Unidos, 1950 Estudió psicología en la Universidad de Duke y se doctoró en la de Georgia. Entre 1980 y 1998 desarrolló su actividad académica en la Universidad de Emory y se desempeñó como psicobiólogo en el Yerkes Primate Center. Desde 1998 es codirector del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva con sede en Leipzig, Alemania. Es profesor honorario de las universidades de Leipzig y Manchester, y codirector del Centro de Investigación de Primates Wolfgang Köhler. Su campo de investigación comprende las ciencias cognitivas aplicadas al aprendizaje social, los procesos cognitivos comparados (niños y grandes simios), la adquisición del lenguaje, etc. En el año 2006 recibió el Premio Jean-Nicod por sus aportes a la filosofía y a la ciencia cognitiva.

Obras asociadas
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