Ficha técnica
Título: Los demonios | Autor: Heimito von Doderer | Traductor: Roberto Bravo de la Varga | Editorial: Acantilado | Colección: Narrativa del Acantilado, 158 | Género: novela | ISBN: 978-84-96834-70-5 | Páginas: 1664 | Formato: 13 x 21 cm. | Encuadernación: Rústica cosida | PVP: 48 euros
Los demonios
Heimito von Doderer
A partir del incendio del Palacio de Justicia de Viena en 1927, Heimito von Doderer construye una soberbia y envolvente novela coral, con más de cien personajes inolvidables, extraídos de todas las capas sociales de la Viena de postguerra. En su crónica no dejan de percibirse los ecos de un ilustre pasado y sus transformaciones, así como el convencimiento de que la ideología ahoga la esencia constitutiva de la vida. Virtuoso excepcional, defensor de la dignidad esencial del hombre, Heimito von Doderer se nos muestra en esta novela, publicada en 1956, como uno de los grandes de la literatura europea del siglo pasado.
Hace muchos años que vivo en la que en otro tiempo fuera habitación de Schlaggenberg. Es una buhardilla; sin embargo, no cabe imaginársela como un cuartucho miserable. Los últimos años que pasó en Viena y en la ciudad jardín de su extrarradio, tenía la extraña costumbre de alojarse siempre en ateliers de pintores y demostraba una gran habilidad para encontrar sugestivos apartamentos de este tipo-la primera vez fue justo antes de que su maestro Kyrill Scolander regresara del sur de Francia, al tener que buscar una habitación apropiada para él: fruto de ello fue el primero y tal vez el más hermoso de los «ateliers de Schlaggenberg» (como los llamamos más tarde)-, unos apartamentos que, por lo demás, representaban su único vínculo con la pintura, pues, a mi parecer, o nunca había entendido demasiado este arte en concreto, o le había preocupado tan poco como el teatro, por poner un ejemplo. Durante un tiempo, con Scolander, al que entonces le habían ofrecido un puesto de profesor en Viena, aquel espacio cobró importancia al convertirse en el local donde éste desarrollaba su actividad artística, aunque también es cierto que, a partir de entonces, el Estado tuvo que poner a su disposición un taller propio. En cualquier caso, si uno leyera la biografía de Schlaggenberg sobre su maestro, que ya había aparecido publicada con anterioridad, se llevaría la falsa impresión de que aquél no pintaba más que de forma ocasional, por así decirlo, pues comparadas con los escritos de Scolander, que allí se consideran poco menos que al detalle, sus obras pictóricas aparecen tratadas casi con desidia.