
Ficha técnica
Título: Los amores equivocados | Autora: Cristina Peri Rossi | Editorial: Menos Cuarto | Colección: Reloj de arena | Encuadernación: Rústica | Tamaño: 14 x 21 cm | Páginas: 144 | ISBN: 978-84-15740-27-8 | Precio: 16 euros
Los amores equivocados
Cristina Peri Rossi
«Si los amores suelen ser equivocados, amar no es equivocado», afirma la autora de este fascinante libro de relatos.
Un camionero recoge a una joven en la carretera, un marido infiel descubre que su mujer lo ha engañado, una profesora se acuesta con una alumna que le ha tendido una trampa, un hombre se asfixia con un pelo del pubis de su amante: todos los cuentos narran el momento de una seducción tan pasional como imprevista y difícil de evitar.
La extraordinaria habilidad de la escritora nos hace cómplices de esa mágica atracción inesperada, de ese fuerte flechazo del que no es posible sustraerse.
Es probable que este sea su libro más brillante, sus historias se desarrollan en ambientes urbanos y contemporáneos donde la soledad y los encuentros fugaces siempre dejan huella.
Los amores equivocados
Tenía diecinueve años y cruzó el Atlántico con la vaga esperanza de encontrarlo en Barcelona, porque se había enamorado de él una noche intensa, en Montevideo, cuando él la desvirgó con sabiduría, delicadeza y sensualidad, mientras en el pasadiscos sonaba, repetidamente, la voz apasionada y grave de Maria Bethânia y él hablaba de poetas muertos -Baudelaire- y de viejas películas –El conformista– donde el amor siempre era ardiente y definitivo.
Le prometió que iría a buscarlo, aunque él se rió de manera condescendiente: tenía treinta años y la suficiente experiencia como para saber que aquello que se dice en una noche de amor es tan apasionado como frágil, escrito en la marea del deseo. Además, él quería huir solo de esa ciudad de múltiples aguas y vientos desbocados; le dijo que no lo intentara, no sabía cómo sería su vida en Barcelona, no tenía dinero ni amigos: era un viaje al azar, más por malestar que por ilusión.
Dos meses después de haber llegado a la ciudad de Gaudí y del Monte de los judíos, la encontró por casualidad en el Drugstore de paseo de Gracia. Entonces, era el único lugar que no cerraba en toda la noche y podía estar sentado ante una cerveza hojeando los periódicos del tablero y mirando a mujeres que nunca serían suyas. Ella había llegado hacía un mes y vendía postales, cigarrillos y estampillas en el estanco del Drugstore por un sueldo insignificante. Estaba más guapa que nunca y parecía que el olor a hachís del local y el humo no afectaban ni a su piel ni a su confiada sonrisa.