Ficha técnica
Título: Libro | Autor: José Luís Peixoto | Editorial: El Aleph | Colección: Modernos y Clásicos, 347 | Género: Novela | ISBN: 978-84-7669-995-9 | Páginas: 256 | Formato: 21,5 x 14 cm.| Encuadernación: Rústica con solapas | PVP: 20,50 € | Publicación: 2011
Libro
José Luís Peixoto
La nueva entrega de una de las figuras más destacadas de la narrativa contemporánea portuguesa.
«Una de las revelaciones más sorprendentes de la literatura portuguesa actual. No dudo que es la promesa de un gran escritor» (José Saramago).
«Estamos frente a un escritor maduro. Frente a un estupendo narrador portugués» (Luis Sepúlveda).
«A lo mejor estaba hablando de los deberes: nunca olvides los deberes. A Ilídio no le gustaba hacerlos ni le gustaba que la madre le hablase de ellos nada más llegar de la escuela, se irritaba. El primer curso estaba lleno de obligaciones. Quería comer, quería jugar, ponía mala cara. La madre le explicaba que si hacía pronto los deberes, después le quedaba todo el tiempo libre. En ese momento Ilídio se enfadaba. Entonces, la madre podía levantar la voz para hablarle de los demás niños que tenían que trabajar, ayudar en el campo. Ilídio conocía a esos niños, pero no quería oír hablar de ellos, y se ofendía» (José Luís Peixoto).
1
(1948)
La madre posó el libro en las manos del hijo.
Qué misterio. El niño no era capaz de imaginar un propósito para el objeto que sostenía. Pensó en olerlo, pero la puerta del patio estaba abierta, entraba luz, había mucha vida allí fuera. El niño tenía seis años, perdió la atención, se distrajo, pero no se desinteresó por el libro, en cuanto dejó de interrogarlo como objeto en sí, empezó a cuestionarlo de manera mucho más abstracta, como intención, como sombra de un acto. La madre dijo el nombre de su hijo:
Ilídio.
El niño, Ilídio, en aquel momento estaba intentando imaginar la intención de su madre, qué pretendía al entregarle aquel libro, que era demasiado grande para sus manos, pero que no era demasiado pesado. La madre volvió a decir el nombre de su hijo, Ilídio. Y los colores de la madre volvieron a definirse ante él.
Escucha.
Esta palabra simple, de sílabas simples, fue entendida por Ilídio de manera completa, ya estaba oyéndola antes de ser dicha y siguió oyéndola en el silencio que vino después. Aquella voz diciendo aquella palabra formaba parte de Ilídio. Podía oírla dentro de su cabeza siempre que quisiera. Algunas noches, cuando se agarraba a la madre, al calor, sin poder dormir, oía retazos de la voz de la madre, rasgados,
pasándole por la cabeza como serpentinas. Durante una de aquellas noches, o en varias, es muy posible que distinguiera aquella manera pacífica con que su madre siempre le decía: escucha. Había tonos de voz que la madre solo utilizaba para ciertas palabras o expresiones, como cuando se hartaba y decía: por favor, esculpiendo cada consonante, con un gran silencio entre por y favor, soplando al final; o como cuando decía: bueno, tonterías y nada más que tonterías, y soltaba una carcajada; o como cuando decía: mucha galbana y ganas de juerga es lo que tú tienes, y parecía que estaba cantando. No faltaban ejemplos de palabras que conseguía recordar en la voz de su madre.