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Ficha técnica

Título: Las señoritas de escasos medios | Autora: Muriel Sarah Camberg |  Traducción: Gabriela Bustelo |  Editorial: Impedimenta | Género: Novela | ISBN: 978-84-15130-05-5 | Páginas: 178 | Formato:  13 x 21 cm. |  PVP: 18,40 €

Las señoritas de escasos medios

Muriel Sarah Camberg

IMPEDIMENTA

Ambientada en las ruinas de Londres durante la difícil primavera y el verano indigente de 1945, recién acabada la Segunda Guerra Mundial, Las señoritas de escasos medios (1963), considerada una de las mejores novelas de Muriel Spark, se ocupa del mundo deliciosamente despreocupado de unas chicas que viven en un club residencial para mujeres solteras, y que van pasando por varios estados de ligue. En un contexto cerrado, que proporciona el cristal a través del cual contemplar el panorama histórico de un austero Londres que resurge de sus cenizas, seductora y de una comicidad deslenguada, Las señoritas de escasos medios es una divertidísima novela de costumbres y un despiadado análisis de afectos y filiaciones, que pertenece a la gran tradición de la novela inglesa de posguerra, de la que es un referente ineludible.  

«Elegante, sorprendente y tremendamente hilarante… La mejor Muriel Spark está en esta novela.» Evelyn Waugh

«La dicha de la creación siempre nos alcanza en las novelas de Spark: la sorprendente y meditada generosidad de lo fascinante e ingenioso; la aguda tensión del suspense.» John Updike

 

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Hace tiempo, en 1945, toda la buena gente era pobre, salvo contadas excepciones. Las calles de las ciudades eran una sucesión de edificios en mal estado o sin arreglo posible, zonas bombardeadas llenas de escombros, casas como enormes dientes con las caries agujereadas por el torno de un dentista que hubiera dejado la cavidad abierta. Varios de los edificios reventados por las bombas parecían castillos en ruinas hasta que, vistos de cerca, resultaban tener habitaciones normales, unas encima de las otras, con las paredes empapeladas, expuestas como en un escenario de teatro, con una pared suprimida; en algunos casos una cadena de retrete colgaba perdida en el aire desde el techo de un cuarto o quinto piso; casi todas las escaleras habían sobrevivido, como objetos de una nueva forma de arte, subiendo hacia un destino impreciso que obligaba a forzar la imaginación. Toda la buena gente era pobre; o, en todo caso, eso parecía, pues los mejores de entre los ricos eran pobres de espíritu.

   No tenía absolutamente ningún sentido deprimirse por la situación, ya que habría sido como deprimirse por la existencia del Gran Cañón del Colorado o de algún otro fenómeno natural al que fuera imposible acceder. La gente seguía haciendo comentarios sobre lo mucho que le deprimían el mal tiempo y las noticias, o la curiosidad de que el Albert Memorial se hubiera mantenido, desde el primer momento, incólume a las bombas.

   El club May of Teck estaba, transversalmente, justo delante del Memorial, en una fila de casas que apenas se mantenían en pie; en las calles y los jardines del barrio habían caído varias bombas, dejando los edificios resquebrajados por fuera y endebles por dentro, pero temporalmente habitables. En las ventanas reventadas habían puesto unos vidrios que traqueteaban al abrirlas o cerrarlas. A las ventanas del vestíbulo y el cuarto de baño les acababan de quitar la pintura bituminosa que se usaba para camuflarlas. Las ventanas tenían su importancia durante ese último año de decisiones cruciales; por ellas se sabía al instante si una casa estaba ocupada o no; y en los últimos tiempos habían adquirido un gran predicamento, pues constituían la peligrosa frontera entre la vida doméstica y la guerra que afectaba a las calles de la ciudad. Al sonar las sirenas, todos decían: «Cuidado con las ventanas. No os acerquéis. Los fragmentos de cristal son peligrosos».

   Las ventanas del club May of Teck se habían roto tres veces desde 1940, aunque el edificio se había librado de las bombas. Las habitaciones de arriba daban a las onduladas copas de los árboles de los jardines de Kensington, y para ver el Albert Memorial bastaba con estirar el cuello y girar la cabeza ligeramente. Desde los dormitorios superiores se veía a la gente que pasaba por la acera frente al parque, personas diminutas, en pulcras parejas o por separado, con carritos minúsculos en los que asomaba la cabeza de alfiler de un niño rodeado de provisiones, con bolsas de la compra del tamaño de un punto. Todos salían de casa con una bolsa, por si tenían la suerte de pasar por una tienda que acabara de recibir algo que no fueran los escasos víveres del racionamiento.

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Muriel Sarah Camberg

Muriel Sarah Camberg, quien sería conocida en el mundo literario como Muriel Spark, su apellido de casada, nació en Edimburgo en 1918, en el seno de una familia judía italiana. A los diecinueve años contrajo matrimonio con S. O. Spark y pronto se mudaron a Rodesia, la actual Zimbabue. En 1938 tuvieron un hijo, pero poco después la relación se rompió y en 1944 Muriel Spark se trasladó a Inglaterra, donde desempeñó labores de contraespionaje en el departamento de propaganda antinazi del Ministerio de Asuntos Exteriores. Allí entablaría una amistad que duraría toda la vida con el también escritor Graham Greene. Autora de una obra tremendamente influyente, marcada por la brevedad y la ironía, a Spark se deben novelas como Memento Mori (1959), La balada de Peckham Rye (1960) y La puerta de Mandelbaum (1965). Su primera novela, Los que consuelan, fue publicada en 1957, y en ella aparecen ya diversas referencias a su conversión al catolicismo, hecho definitivo en la vida y la obra de la autora. No obstante, su primer éxito le llegaría en 1961 con la publicación de La plenitud de la señorita Brodie, la historia de una excéntrica maestra de Edimburgo a través de los ojos de una alumna que la admira para después quedar desencantada. Su fama se confirmaría con la publicación en 1963 de Las señoritas de escasos medios, novela de aliento tragicómico, verdadero fresco de una época, en la que se narran las peripecias de varias muchachas solteras en el Londres de las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Muriel Spark es autora, asimismo, de La imagen pública (1968, finalista del Booker Prize), El invernadero junto al río (1973), Derechos territoriales (1979), Merodeando con aviesa intención (1981, finalista del Booker Prize), El único problema (1984), y Muy lejos de Kensington (1988). Fue nombrada Dama del Imperio Británico en 1993, y falleció en el año 2006, en Civitella de la Chiana, en la Toscana.

Obras asociadas
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