
Ficha técnica
Título: La travesía del libro. Memorias de Jean-Jacques Pauvert | Autor: Jean-Jacques Pauvert | Traducción: María José Furió Sancho | Editorial: Trama | Colección: Tipos Móviles | Género: Memorias | ISBN: 978-84-92755-44-8 | Páginas: 408 | Formato: 16 x 24 cm. | PVP: 28,00 € | Publicación: 26 de Septiembre de 2011
La travesía del libro
Jean-Jacques Pauvert
LA TRAVESÍA DEL LIBRO no es solo la plasmación de unas memorias editoriales al uso, sino que consiguen mostrarnos a un editor que protagonizó, a lo largo de tres décadas de las que nos ofrece una descripción inusitada, la manera en que el libro y Francia pasaron «del siglo XIX al XXI». Como si fuera un relato de aventuras en torno a un oficio mal conocido, estos recuerdos de Jean-Jacques Pauvert son también la historia de una época que culmina, de momento, en la eclosión del Mayo francés.
«LAS CRIADAS» – APROXIMACIONES
A ANDRÉ BRETON
En julio de 1954 publiqué también Las criadas de Jean Genet, en las dos versiones que escribió. Nunca perdí el contacto con Genet, salvo durantemi inmersión de 1951-1952. Tan prontome instalé en la calle de Ciseaux, volví a verlo. De vez en cuando lo acusaban de «ofensa a las buenas costumbres por medio del libro», pero ahora era intocable. Gallimard editó en los años anteriores los tres primeros volúmenes de sus Obras Completas (el prólogo de Sartre, «San Genet, actor y mártir», ocupaba el primer tomo entero) y Gaston Gallimard se hizo cargo de él a la vez que lo puso bajo su protección. A la que se sumó la poderosa sociedad de los homosexuales de París. Genet no corría ningún riesgo; Historia de O, sí. Ahí podemos ver levantada la barrera invisible, pero terriblemente eficaz, que separaba a la «pornografía» femenina y a su única representante involuntaria, de su homólogo masculino homosexual y su abanderado oficial.
Pese a todo, Genet y yo seguíamos estandomuy a gusto juntos. Él observaba con curiosidad a Christiane, como también hizo antes conMarie-Claude.Hablábamos con confianza. Recuerdo una larga conversación delante de la estatua de Diderot, frente a la iglesia de Saint-Germain-des-Prés. Por supuesto, dijo Genet, ustedes van a tener hijos. Sí, claro, es algo en lo que pensamosmucho. Genet estaba pensativo. Se lanzó entonces en un largo monólogo sobre la homosexualidad y, según él, su principal carencia: la esterilidad. Ese año, en todo caso, sus lamentos estaban en carne viva. La esterilidad. No creo que escribiera nunca sobre este asunto, que sin embargo había calado terriblemente en lo más profundo de su ser.
Genet me cedió los derechos (sin tenerlos él, por supuesto: en principio eran de Barbezat, de Éditions de L’Arbalète, aunque poco le importaba) para publicar dos mil ejemplares de Las criadas. Pese a que su fama se iba consolidando, durante varios años tuve ejemplares de Las criadas.
Ninguna de las dos versiones de Las criadas era inédita: habían aparecido en la lujosísima revista de Barbezat, también L’Arbalète. Pero a petición mía, Genet escribió una introducción que prefiguraba lo que la obra iba a aportar de nuevo al teatro (esta presentación fue reimpresa en la edición de Gallimard. Mi nombre, por supuesto, fue suprimido):
Mi querido Pauvert,
De manera que necesita una presentación. Pero, ¿qué decir de una obra de la que me había desligado desde antes incluso de haberla terminado? Hablar de su composición supondría evocar un mundo y un ambiente falto de grandeza… Aunque es más bien del teatro en general de lo que me gustaría decir algo. No me gusta. Quien lea la obra se convencerá de que es cierto. Y lo que me aportaron los fastos japoneses, chinos o balineses, y la idea tal vez magnificada que se obstina en mi cerebro, hace que considere demasiado grosera la fórmula del teatro occidental. No podemos dejar de soñar con un arte que sería un encabalgamiento profundo de símbolos activos, capaces de dirigirse al público con un lenguaje donde nada se diría, donde todo sería presentido…