
Ficha técnica
Título: La niña de oro puro | Autor: Margaret Drabble | Traducción: Antonio Rivero Taravillo | Editorial: Sexto Piso| Colección: Narrativa | ISBN: 978-84-16358-10-6 | Páginas:296 | Formato: 15 x 23 | Precio: 22 euros |
La niña de oro puro
Margaret Drabble
Jessica Speight es una joven talentosa que estudia Antropología en el Londres de los años sesenta, pero cualquier previsión sobre su futuro se ve seriamente comprometida cuando, fruto de una relación con un profesor casado, queda embarazada y debe afrontar, en soledad, las repercusiones de su decisión de tener al bebé. Una decisión que cambiará su vida, sobre todo cuando quede patente que su hija Anna no es igual que los demás niños: Anna será una niña eterna, una niña de oro puro, siempre inocente y alegre, aunque necesitada de atenciones y cuidados continuos. Pero también será una presencia benéfica, un nodo que articulará toda una serie de relaciones y afectos tremendamente positivos a su alrededor. Contar esto es decirlo todo y no decir nada, porque Drabble, en la cúspide de sus dones como escritora, convierte esta historia en un libro emotivo, inolvidable, lleno de empatía, inteligencia narrativa y una profundísima sabiduría existencial. Una lectura que, como la mejor literatura, es también revelación y vida.
Narrada desde el punto de vista de una amiga de Jessica, La niña de oro puro nos ofrece punzantes reflexiones en torno a la responsabilidad, la maternidad, la amistad, la condición femenina, la independencia, el sacrificio, los cambios sociales, el autoengaño, la vejez y la soledad. Y también sobre las siempre imprecisas y cambiantes ideas acerca de la «normalidad». Tanto Drabble como los personajes de la novela parecen querer subrayar nuestra condición de seres infinitamente frágiles y desamparados, arrojados a las caóticas aguas del Tiempo.
«La niña de oro puro es un regalo inesperado de una magnífica autora. ¿Cómo tratamos a los niños que caminan a nuestro lado de modo distinto a los demás? En las manos de Margaret Drabble, la respuesta es clara: con una empatía que pocos dominan». Alice Sebold
«Emotiva… conmovedora y, sobre todo, edificante». The Independent
PÁGINAS DEL LIBRO
Lo que sentía por aquellos niños, como habría de darse cuenta algunos años después, era una ternura proléptica. Al ver sus cuerpecitos desnudos, sus ombligos orgullosos y marrones, las moscas que se agolpaban alrededor de sus narices llenas de mocos, sus ojazos, sus dedos de los pies extrañamente fundidos y bifurcados, sentía un cariño sincero. Donde otros podrían haber sentido lástima, o tristeza, o asco, ella sentía una suerte de alegría, una alegría inexplicable. ¿Era esto una premonición, una vacuna contra la aflicción y el amor venideros?
¿Cómo había podido suceder? ¿Qué lógica cronológica podría haber hallado sentido a esa secuencia? Y aun así, acabaría preguntándose si ocurrió de ese modo. Algo en aquellos pequeños había apelado a ella y despertado, en respuesta, un tierno espíritu. Este espíritu había permanecido latente en ella durante mucho tiempo y, cuando se apeló a él, acudió en su ayuda. El espíritu maternal había sido incubado sobre las quietas y lejanas aguas del grande y resplandeciente lago y todos sus pantanos frecuentados por aves e islas esponjosas y ensenadas ribeteadas de juncos, y había penetrado en ella cuando era joven, apoderándose de todo su ser. ¿Fue éste el comienzo, fue éste el verdadero momento de la concepción? ¿Fue éste el antiguo y lejano lugar de encuentro que había engendrado a la niña de oro puro? ¿Allí, con los niños desnuditos, en medio de las hierbas y las aguas?
Jamás había oído nada acerca del extraño estado que aquejaba a algunos de los miembros de esta tribu pobre, pacífica y desesperanzada, y verlo fue algo que la pilló por sorpresa, aunque Guy Brighouse, su mecenas y colega en esta expedición, afirmaba que había sido bien documentado y que había visto fotografías antes. (Pero Guy era un tipo duro que nunca admitiría nada que fuera tan vulnerable como la sorpresa). Por entonces, se lo conocía popularmente como síndrome de la Pinza de Langosta, una expresión que se llegó a considerar incorrecta. (Ahora se la conoce más generalmente como ectrodactilia, o mhph, pero esto era algo que ella por entonces no sabía. Por entonces no conocía ninguno de sus nombres. El acrónimo mhph cifra discretament las palabras Mano Hendida Pie Hendido). En algunas zonas del mundo, en algunos pueblos, en algunos acervos genéticos, los dedos de las manos se unen. En otros casos, sucede lo mismo con los pies. En esta parte de África Central, son los dedos de los pies los que forman un sencillo tocón o cabo dividido. Un reducido grupo de antepasados ha producido y transmitido esta anormalidad.