Skip to main content

Ficha técnica

Título: La hija de Robert Poste |  Autora: Stella Gibbons |  Traducción: José C. Vales |    Editorial: ImpedimentaGénero: Novela | ISBN: 978-84-937601-3-7 | Páginas: 368 | Formato:  13 x 21 cm. |  PVP: 22,75 € | 

La hija de Robert Poste

Stella Gibbons

EDITORIAL IMPEDIMENTA

Ganadora del Prix Femina-Vie Hereuse en 1933, y mítico long-seller, La hija de Robert Poste está considerada la novela cómica más perfecta de la literatura inglesa del XX. Brutalmente divertida, dotada de un ingenio irreverente, narra la historia de Flora Poste, una joven que, tras haber recibido una educación «cara, deportiva y larga», se queda huérfana y acaba siendo acogida por sus parientes, los rústicos y asilvestrados Starkadder, en la bucólica granja de Cold Comfort Farm, en plena Inglaterra profunda. Una vez allí, Flora tendrá ocasión de intimar con toda una galería de extraños y taciturnos personajes: Amos, llamado por Dios; Seth, dominado por el despertar de su prominente sexualidad; Meriam, la chica que se queda preñada cada año «cuando florece la parravirgen»; o la tía Ada Doom, la solitaria matriarca, ya entrada en años, que en una ocasión «vio algo sucio en la leñera». Flora, entonces, decide poner orden en la vida de Cold Comfort Farm, y allí empezará su desgracia.

«Deliciosa… La hija de Robert Poste posee la mordaz ligereza de Wodehouse y el descarado aplomo de Evelyn Waugh.» The Independent

«Probablemente la novela más divertida jamás escrita.» Sunday Times

 

CAPÍTULO 1

   La educación que Flora Poste recibió de sus padres había sido cara, deportiva y larga; y cuando murieron, uno detrás del otro, en un período de pocas semanas debido a la epidemia anual de la Gripe o Peste Española -lo cual aconteció cuando Flora tenía veinte años-, la joven se reveló como poseedora de todas las artes y talentos necesarios para ganarse la vida.

   Siempre se había dicho que su padre era un hombre acaudalado, pero cuando falleció sus albaceas quedaron desconcertados al descubrir que era pobre. Después de que se hubieran liquidado las deudas y se hubieran satisfecho las demandas de los acreedores, su hija quedó con una renta de cien libras anuales, y sin ninguna propiedad.

   En cualquier caso, Flora heredó de su padre una férrea voluntad y de su madre unas pantorrillas soberbias. La primera no se había visto afectada porque Flora siempre había hecho lo que le había dado la gana, y las segundas habían logrado salir indemnes de los violentos deportes atléticos en los que se había visto obligada a participar. Aun así, comprendió que ni su voluntad ni sus pantorrillas eran las herramientas más apropiadas para ganarse el sustento.

   Así pues, decidió quedase con una amiga, una tal señora Smiling, en su casa de Lambeth, hasta que hubiera decidido qué hacer con su vida y con sus cien libras anuales.

   La muerte de sus padres no causó en Flora un dolor excesivo, pues apenas los conocía. Sus progenitores tenían una afición desmedida por los viajes y, a lo largo de todo el año, apenas permanecían un mes en Inglaterra. Flora, desde que cumplió los diez años, había pasado las vacaciones escolares en casa de la madre de la señora Smiling; y cuando la señora Smiling contrajo matrimonio, Flora empezó a pasarlas directamente en casa de su amiga. De modo que aquella sombría tarde de febrero, quince días después de que se hubiera celebrado el funeral de su padre, Flora se adentró en las calles de Lambeth, con la familiar sensación de quien regresa a casa.

   La señora Smiling era afortunada, pues había heredado aquella casa de Lambeth antes de que los alquileres en ese distrito se elevaran vertiginosamente hasta límites absurdos, siguiendo la marea de la moda, que viró repentinamente y saltó desde Mayfair hasta el otro lado del río. En consecuencia, los parapetos de piedra que bordean el Támesis se convirtieron de la noche a la mañana en territorio de paseo de numerosas damas argentinas con sus perros bull-terriers. La señora Smiling había enviudado recientemente; su marido había sido propietario de tres casas en Lambeth y se las había dejado en su testamento. La más agradable de las tres, situada en Mouse Place, tenía una fachada con una puerta coronada por una lucerna semicircular, que daba al voluble Támesis; era precisamente allí donde vivía la señora Smiling. Respecto a las otras dos casas, una había sido derribada y en el solar se había perpetrado un garaje; y la tercera, que era demasiado pequeña y poco adecuada para cualquier otro propósito, se había convertido en la sede del Old Diplomacy Club.

[ADELANTO DEL LIBRO EN PDF]

profile avatar

Stella Gibbons

Stella Gibbons nació en Londres en 1902. Fue la mayor de tres hermanos. Sus padres, ejemplo de la clase media inglesa suburbana, le dieron una educación típicamente femenina. Su padre, un individuo bastante singular, ejercía como médico en los barrios periféricos más pobres de Londres, aunque tenía tendencias suicidas, le encantaba el alcohol y el láudano, y era dado a los ataques de odio hacia el género femenino en general. Esta turbulenta infancia marcó a Stella Gibbons, que utilizó parte de ese material para crear a los grotescos Starkadder, protagonistas de su obra maestra, La hija de Robert Poste. En 1921, Stella se matriculó en periodismo, y luego empezó a trabajar en la British United Press. En 1926, Maudie, la madre de Stella, murió, y su padre la siguió pocos meses después. En 1930, mientras trabajaba en el Evening Standard, publicó un libro de poemas, The Mountain Beast, que recibió elogios de la mismísima Virginia Woolf. La hija de Robert Poste fue publicada en 1932 y su éxito fue instantáneo (aunque fuera prohibida en la recién nacida República de Irlanda por su velada defensa de la contracepción). En 1934 la novela fue galardonada con el Prix Femina-Vie Heureuse. De hecho, Gibbons es conocida casi exclusivamente por esta obra, que conoció varias secuelas y adaptaciones cinematográficas, y que está considerada la novela cómica más perfecta de la narrativa inglesa del XX. Stella Gibbons es autora de veinticinco novelas, entre las que destacan Basset (1933), Enbury Heath(1935), Nightingale Wood (1938) o Here Be Dragons (1956), amén de tres volúmenes de relatos y cuatro libros de poesía, la mayoría de ellos muy vendidos y celebrados en el mundo anglosajón. Estuvo casada durante más de veinticinco años con el actor y cantante Allan Webb, que murió en 1959. Dejó de publicar en 1972, aunque escribió dos novelas que fueron publicadas a su muerte, hecho que aconteció en 1989 en Londres. Está enterrada en el cementerio de Highgate.

Obras asociadas
Close Menu