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Ficha técnica

Título:   La facultad de las cosas inútiles | Autor: Yuri Dombrovski | Traducción y epílogo: Marta Rebón | Editorial: Sexto Piso | Colección: Narrativa |  Páginas: 680 | Formato: 15 x 23 |  ISBN: 978-84-15601-86-9 | Precio: 29 euros

La facultad de las cosas inútiles

Yuri Dombrovski

SEXTO PISO

Fruto de un trabajo de documentación que requirió la consulta de más de 1500 títulos, La facultad de las cosas inútiles es una novela ambiciosa, original, incendiaria: un monumento erigido al sufrimiento de toda una generación, una obra maestra de la literatura rusa que se publica por primera vez en español.

Poeta, crítico literario, prosista de enorme coraje e inmensa dignidad, autor de la que es considerada la mayor novela rusa del siglo XX, escritor de la misma envergadura que Mijaíl Bulgákov, Vasili Grossman y Varlam Shalámov, Yuri Dombrovski nos ofrece un lúcido análisis del totalitarismo sobre la base de su experiencia personal, un tercio de cuya vida transcurrió detenido y en campos siberianos -incluido Kolimá- y confinado en Kazajistán, en esa misma república socialista donde antaño Fiódor Dostoievski tuvo que servir como soldado tras su liberación de la katorga zarista. «He decidido no inventar nada, describir lo que conozco mejor, mi propia vida», repetía Dombrovski.

La facultad de las cosas inútiles, iniciada en 1964 y concluida en 1975, culminación de su carrera literaria, es una novela que nos habla del destino de los valores de la civilización cristiano-humanista en un mundo anticristiano y antihumanista, así como de los individuos que se imponen la tarea de custodiar estos valores e ideales, «cosas inútiles» para el régimen estalinista. Con este libro, Dombrovski ha construido el último y más seguro refugio para salvaguardar nuestra memoria de las manos sangrantes de los totalitarismos. Un resplandor de valentía, inteligencia y dignidad para guiarnos entre las tinieblas del horror.

«Maravillosamente escrita y oscuramente ingeniosa, la novela de Dombrovski nos adentra en el mundo surrealista de la Unión Soviética de Stalin». Publishers Weekly

«Hay momentos en La facultad de las cosas inútiles, en medio de los flashbacks y los cambiantes puntos de vista, en los que una especie de magia empieza a emerger a la superficie». The New York Times Book Review

PRIMERA PARTE 

1

Los arqueólogos excavaban la tierra, se afanaban con gran empeño y, aun así, el trabajo no daba fruto alguno. Entretanto, agosto tocaba ya a su fin: sobre los puestos de los mercados y sobre los jardines caían lluvias repentinas y oblicuas (en Almá-Atá siempre llueve en esta época del año) y como mucho quedaba un mes de trabajo al aire libre.

     Pero de día seguía haciendo un calor sofocante: el enorme hervidor blanco de la expedición se calentaba tanto que no se podía tocar. Si ibas por la montaña y derramabas agua del cubo, el charco se secaba al instante, y la tierra se quedaba igual de árida, indiferente y gris. Un día, uno de los trabajadores de la expedición sufrió una auténtica insolación y se armó un gran alboroto. Corrieron al centro médico del koljós1 en busca de una camilla. La apoyaron en la pared y cuando Zibin -jefe de la expedición del Museo central de Kazajistán- se inclinó sobre ella notó que de la lona gris emanaba un olor a yodoformo y a fenol que por poco le hizo soltar el mango. Fuera estaban el jardín, el viento, la fragancia de hierbas y de manzanas, el brillo y el temblor de las hojas, sus afiladas sombras oscuras recortadas en la hierba; aquí, el hospital y la muerte.

     Bueno, y luego todo ocurrió muy rápidamente: cubrieron al enfermo con una colcha verde afelpada y lo transportaron abajo. Todo el mundo gritaba de un modo absurdo: «¡Con cuidado, con cuidado! Pero ¿por qué lo llevan así? ¡Es un enfermo!». Al pie de la montaña pararon un camión de cinco toneladas (a esa hora todos los vehículos volvían de vacío de las casas de reposo), levantaron la camilla con cautela y la colocaron junto al motor -allí habría menos traqueteo-, y acto seguido, dos jóvenes excavadores, con las botas muy relucientes, subieron de un salto al vehículo y se sentaron a ambos lados de la camilla. Se las habían ingeniado para plancharse la ropa y limpiarse en algún sitio, e iban bien lavados y peinados. En cuanto a la jornada de trabajo, por supuesto, se había echado a perder. Todos se dispersaron por el jardín, algunos fueron hasta el río y un acordeón sonó entre los arbustos mientras una chica cantaba dando berridos.

     Sus berridos eran como son siempre en las fiestas de pueblo: aullidos de gato, estridentes, muy altos.

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Yuri Dombrovski

Yuri Dombrovski (1909 - 1978) fue un escritor soviético nacido en Moscú, pero pasó gran parte de su vida en el exilio interno, en Almá-Atá, Kazajistán. Fue enviado a los tristemente célebres campos de Kolimá, en el noreste de Siberia, pero sobrevivió a este y otros encuentros con el régimen de Stalin. En 1950 pudo regresar a Moscú, donde vivió hasta su muerte, provocada por una brutal paliza en el vestíbulo de la Casa Central de los Literatos. Un autor importante que recibió muy poco reconocimiento, en su tierra natal y en el extranjero, hasta la publicación de La facultad de las cosas inútiles en 1978 en Francia.

Obras asociadas
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