Ficha técnica
Título: Hasta aquí hemos llegado | Autor: Enrique Meneses | Editorial: Ediciones del Viento | Formato: Rústica | Páginas: 592 | Medidas: 16 X 24 cm | ISBN: 978-84-15374-79-4 | Precio: 23,50 euros
Hasta aquí hemos llegado
Enrique Meneses
Hasta aquí hemos llegado es el trepidante relato autobiográfico de uno de los pioneros del fotoperiodismo español, maestro de fotógrafos y periodistas. Nacido en Madrid en 1929, Enrique Meneses vivió en Francia, Portugal, Egipto y Estado Unidos, y viajó por la India, Oriente Medio, África negra, Cuba, etc. etc. Testigo de excepción de los acontecimientos más importantes de la segunda mitad del siglo veinte, convivió con los rebeldes de Fidel Castro en Sierra Maestra, pernoctó con los manifestantes de la marcha sobre Washington que lideró Martin Luther King; fotografíó la guerra del Canal de Suez entre Egipto e Israel, el entierro del presidente Kennedy, la boda de los reyes de España; entrevistó al Dalai Lama, a Nasser, a Abdel-Krim; ha sido Chief-Bureau de Paris-Match para Oriente Medio…
A su regreso a España, a mediados de los sesenta, monta Fotopress con Prensa Española y posteriormente crea para TVE el programa A toda plana. Más adelante forma parte del equipo de Los Reporteros, y luego produce Robinson en África, además de dirigir la edición española de Playboy. En sus últimos años en Madrid, desarrolló una intensa actividad en las redes sociales.
Dos años después de su fallecimiento, ocurrido en 2013, a él dedica PHOTOESPAÑA la exposición «Enrique Meneses. La vida de un reportero», comisariada por Chema Conesa.
21. SIERRA MAESTRA
Una noticia en la prensa local me produjo desasosiego, pocos días después de mi entrevista en la calle l. En ella se decía, en un breve, que un periodista de Paris-Match había llegado a Cuba para informar de la revolución castrista. No daba mi nombre, pero ciertamente esto me situaba en el punto de mira de los organismos de represión batistianos. No me cabía la menor duda de que la filtración procedía del grupo de revolucionarios con los que me había entrevistado por indicación de Chamón. Ni su mujer, ni mis amigos del Hotel Pasajes, me parecían capaces de aquella indiscreción.
A los pocos días, en el hotel, apareció el hombre que me acompañara a la guagua desde la calle l. Se presentó como Luciano pero imagino que era un nombre de guerra. Se tomó unas copas conmigo, mientras yo almorzaba en aquel surrealista decorado del comedor de Estrella, con su enorme cristalera que nos separaba del cielo. Estaba de acuerdo con mi teoría de que la filtración a la prensa procedía de los miembros de su grupo y ello le había decidido a intervenir antes de que se aprobase mi viaje a la Sierra. Su plan consistía en ayudarme personalmente, sin apoyo extraño. Me citó al día siguiente en su casa y me pidió que llevase varias fotos de formato pasaporte. Su mujer viajaría a Santiago llevando algunas y, posteriormente, yo me desplazaría a la capital de Oriente.
Aquel encuentro me levantó la moral. Por fin, las cosas empezaban a moverse. Había acción en el ambiente. Cuanto antes escapase del cerco que, seguramente, se estaba cerrando sobre mí, mejor para todos. Acudí a la cita en casa de Luciano. Era un modesto apartamento donde encontré un hombre nervioso, una mujer de aspecto juvenil y agradable, y unos niños traviesos que interrumpían constantemente nuestra conversación. Entregué las fotos, di mis características físicas a la mujer y le deseé que regresase pronto de Santiago.
Durante aquellos días, acudí a un chalet del Vedado, donde se habían instalado la gente de Time/Life, los rivales eternos de Paris-Match. Jay Mallin, de Time, era el jefe. No serían menos de una docena de personas entre periodistas, fotógrafos y secretarias bilingües. Aunque conocían la rivalidad entre nuestras publicaciones, me trataban como un «pobre colega» sin medios. Yo, solo en La Habana y sin apoyo logístico, no les parecía un enemigo.