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Ficha técnica

Título: Fábula de Isidoro | Autor: Julio Fuertes Tarín  | Editorial: Jekyll & Jill  | Formato: 13,5 x 19,5 cm. | Presentación: Rústica con solapas | Fecha: abr/2016 | Páginas: 120 | ISBN: 9788494256585 |  Precio: 13,20 euros

Fábula de Isidoro

Julio Fuertes Tarín

JEKYLL & JILL

La madre de Wynston espera a su hijo a la llegada del colegio para hacerle una tirada de cartas del tarot de Jodorowsky y darle la merienda. La emisión televisiva de un partido de fútbol crucial se ve interrumpida por una transmisión violenta en la que dos encapuchados flanquean a un rehén medio apiolado en una silla: el presidente del gobierno español. La reacción del niño:

este Presidente será rápidamente sustituido por otro y el partido de mañana es la única final de fútbol que podré jugar con trece años; si pierdo ese momento, nunca volverá.

Comienza una debacle con estribillo que revienta todo lo narrado cada vez -como el de «Some Velvet Morning», cuando Nancy Sinatra clama que es Fedra-, y está hecho de sucia carne de Rabelais mechada con el speech de un locutor deportivo. El narrador profeta de esta fábula desvía un dedo ya de por sí torcido para engañar la peste a boca del idioma y hace resucitar a Isidoro, una especie de célula durmiente ducassiana, avidísima y exultante. Isidoro, mesías villano, coge de la mano a Wynston y a otros que se encuentra, se cruza o atraviesa. Y la cosa ya se pone de un Walpurgis que van bien dados los que esperasen un caminito cantarín con los personajes del mago de Oz.

«De alguna manera, Fuertes consigue dar una sensación de consistencia a lo que es a todas luces un absurdo. Personajes que cambian de nombre sin perder por ello lo que más los define. Lugares que son intercambiables entre sí porque, una vez reducidas a lo mínimo, todas las ciudades parecen iguales, todos los soldados son iguales, todos los inmigrantes son extranjeros y todas las diferencias que usamos como puntos cardinales en nuestros mapas mentales son constructos culturales y, por tanto, accesorios y artificiales.» SERGI VICIANA en FANTÍFICA

 

PÁGINAS DEL LIBRO

LA MAÑANA ANTERIOR AL CELEBÉRRIMO Día de los Hechos, Wynston Sandoval acude al centro escolar con el ánimo apacible y tranquilo, circunstancia especialmente rara en la pubescencia y que por eso mismo merece mención. Wynston Sandoval tiene quizá trece años de edad, es natural de Chile aunque vive en Madrid desde hace un tiempo y esto es todo cuanto hay que saber por ahora. El niño, a quien ya podemos ubicar en su sillita de color verde, se suma al rito ancestral de los buenos días, que consiste en un profesor articulando un saludo amable al que responde la grey con un gruñido turbio. Para que el cumplimiento del rito sea modélico el profesor ha de llevar coderas en la chaqueta americana; los alumnos, por su parte, deberían ser de lo más idiota: a ese fin sirve exactamente la masa impermeable y legañosa de la cual se rodea o forma parte nuestro Wynston Sandoval. La masa está constituida por seres adocenados y no presenta solución de continuidad: entre sus pequeños individuos se dan innegables diferencias formales, pero lo variopinto de la fachada no impide intuir un futuro compartido, lamentable y errado. ¡El aula constituía un sumatorio de yerma ineptitud sin precedentes, o cuyo único par era el que se registra en la Biblia, en la siguiente modulación del verbo sagrado: «hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos y David consultó a Jehová y Jehová le dijo es por causa de Saúl y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas!», ¡ah, qué aula!, ¡no fue más estéril y agraz el secarral que contuvo en su cráneo el Glaucón de los Diálogos que, como todo el mundo sabe, fue un más bien pobre interlocutor!, y así.

     En esta mañana escolar, de entre todos los gruñidos sobresale de manera clara y distinta el agudo buenos días de una niña repelente que años más tarde practicará el socorrido oficio de las clases de repaso de inglés. La niña se llama Ténesi, cada uno la llama como quiere, Wynston Sandoval la llama Tenesi y siente una intensa atracción por sus pechos recién brotados, que son del verano anterior y todavía no conocen la manita adolescente y ajena; pese a su juventud, Wynston Sandoval ya es capaz de concebir esta horrible y timorata aproximación a la pureza, observa Manolo. Tenesi fue alumbrada en Puerto Rico; ahora estudia aplicadamente el inglés en la academia de su barrio, idioma que pronuncia a la perfección. Por esto mismo Tenesi /debe quedar desterrada / de los lugares de triunfo / que quedan en nuestra patria: hay dos líneas maestras que delimitan el orden y arbitrio de nuestra nación, dos leyes que no se pueden ignorar y son las que siguen: primero, tributar dinero al Estado es de subnormales; segundo, pronunciar bien el inglés es de maricones y petimetres. ¡Haberlo pensado antes, Tenesi!, ¡no acabarías luego haciendo el idiota y dando clases de inglés!, ¡ni siquiera sabemos tu apellido y escribimos tu nombre como nos da la puta gana, según venga el endecasílabo o el romance!  

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Julio Fuertes Tarín

Julio Fuertes Tarín Cheste (Valencia), 1989 Estudiante de filología, fue reconocido en 2009 con el premio Jóvenes Talentos Booket-Ámbito Cultural. Ha publicado relatos en revistas como Quimera y en varias antologías: Black Pulp Box (Aristas Martínez, 2012) o Bajo treinta (Salto de Página, 2013). Ha traducido varias novelas, entre ellas Richard Yates (Alpha Decay, 2012) y Robar en American Apparel (Alpha Decay, 2013), ambas de Tao Lin. Ha ilustrado la portada de El silencio de las bestias de Unai Velasco (La Bella Varsovia, 2014), milita con alegría en el grupo de música Johnny B. Zero y es un hincha ofuscado e incondicional de Diego de San Pedro, Rabelais, Star Wars, Camilo José Cela, Simone de Beauvoir, Boccaccio y The Wire. Esta es su primera novela.

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