Ficha técnica
Título: El segundo mundo | Autor: Parag Khanna | Editorial: Paidós | Colección: Contextos | Traducción: Yolanda Fontal | Páginas: 864 | Fecha de publicación: 23 de Octubre 2008 | Formato: 15,5 X 23,3 | Precio: 29 € | ISBN: 978-84-493-2175-7 | Código: 52137
El segundo mundo
Parag Khanna
Comparable en alcance y audacia a El fin de la historia, de Francis Fukuyama, y a El choque de civilizaciones, de Samuel P. Huntington, El segundo mundo, de Parag Khanna, será la guía definitiva de la política mundial durante los próximos años.
En El segundo mundo, el joven y brillante especialista Parag Khanna embarca a los lectores en un viaje emocionante, en el que nos muestra cómo la situación de dominio estadounidense se ha visto reemplazada, repentinamente, por un mercado geopolítico en el que la Unión Europea y China compiten con Estados Unidos para configurar el nuevo orden mundial en sus propios términos.
Bien documentado, ingenioso y con la intuición propia del viajero para integrarse en las más diversas culturas, Khanna combina una abundante información con una profunda labor periodística para redibujar el mapa del mundo. Khanna describe las sociedades del tercer mundo desde dentro, observa cómo la globalización las divide en ganadoras y perdedoras en función de criterios políticos, económicos y culturales, y muestra cómo China, Europa y Estados Unidos emplean sus particulares fuerzas de gravedad imperiales para atraer a sus órbitas a los países del segundo mundo. En el siglo XXI la globalización es el principal campo de batalla de la geopolítica, un campo de batalla en el que Estados Unidos corre el riesgo de pasar a engrosar el segundo mundo si no se renueva y redefine su papel.
CAPÍTULO 1
Bruselas: la nueva Roma
Kiev, Tiflis y Bakú no tienen el aspecto de grandes capitales europeas como Londres, París y Roma, y tampoco uno se siente igual en ellas. Estas ciudades, llenas de los enormes escombros arquitectónicos y mentales de la Unión Soviética, y de los países de los que son capitales, necesitan seriamente una buena puesta a punto. El problema es que ello exige estabilidad política, inversión económica y sobre todo un contrapeso a Rusia, que todavía manipula las fronteras, los gasoductos, los oleoductos y los mercados para atraerlos de nuevo a su órbita.
«Es muy sencillo: odiamos a Rusia», me dijo un diplomático estonio en Tallin, expresando sin rodeos un problema que es a un tiempo emocional y estratégico. Por supuesto, no se trata de un reto nuevo para el este de Europa, donde la cristiandad occidental, la ortodoxia eslava y el islam turco han estado en conflicto durante más de mil años. Hace un siglo, los estrategas Halford Mackinder y Rudolf Kjellen se dedicaron a contener el poder de Rusia: el primero sostenía que la solución era una alianza atlántica y el segundo reclamaba una federación centroeuropea sólida. Sin embargo, lo que sucede hoy supera lo que cualquiera de ellos pudo imaginar. En lugar de que Europa oriental vuelva a ser una «zona de absorción de impactos» entre Alemania y Rusia después de la Guerra Fría, la Unión Europea está incorporando a alemanes y eslavos por igual, integrándolos por completo en un nuevo imperio europeo.
El recorrido mental por la expansión imperial de Europa comienza en un mapa, cuando uno traza con el dedo un recorrido en forma de L desde la fría región del Báltico hacia abajo, a través del grupo de países de Europa central de Visegrado (Polonia, las repúblicas Checa y Eslovaca y Hungría), Ucrania, Rumania, la antigua Yugoslavia y el sur de los Balcanes; después se sigue en dirección este a lo largo del mar Negro cruzando Bulgaria, Turquía y el Cáucaso hasta llegar a las oleaginosas costas del mar Caspio. Antes, esta zona controvertida -el «segundo mundo» original- se pintaba de color rojo, excepto Turquía, para señalar el Pacto de Varsovia. Hoy día la Unión Europea la colorea de azul para señalar que la región está lista para su ascenso al primer mundo. Sin embargo, como escribió premonitoriamente el sociólogo angloalemán Ralf Dahrendorf, «el primer y el segundo mundo se están uniendo en algo que aún no tiene nombre ni número». El recorrido actual por este nuevo Este europeo es extremadamente accidentado y está repleto de obstáculos impredecibles, de saltos de fe y de todas las inquietudes propias de aquellas personas que se han librado recientemente, hace menos de una generación, del totalitarismo.