
Ficha técnica
Título: El regreso de Ulises | Autor: Alberto Manguel | Ilustración: Max | Editorial: Nórdica | Formato: 16 x 22 cm. Cartoné | Páginas: 64 | ISBN: 978-84-16112-41-8 | Precio: 19,50 euros
El regreso de Ulises
Alberto Manguel
«Ulises volvió su espalda al puerto y siguió el pedregoso sendero que conducía a través del bosque en lo alto del monte hacia el lugar que Atena le había indicado. Un grupo de hombres se había reunido ociosamente en torno a un barril de petróleo dentro del cual ardía una fogata. Masculló un saludo y se detuvo unos instantes junto a ellos, tratando de calentarse las manos. Después entró en la ciudad por un portal de piedra en parte desmoronado.» Alberto Manguel y Max se unen para contarnos una historia, protagonizada por el mítico Ulises, sobre el sentimiento de no pertenencia a una comunidad que tienen los desplazados.
«Manguel cruza de un salto las tradicionales barreras de género literario, historia de la literatura, y disciplina académica con un virtuosismo que deja sin aliento. Es el Montaigne de nuestra época y, si envían un nuevo robot explorador a Marte, deberían bautizarlo «Manguel». John Sutherland
PÁGINAS DEL LIBRO
Ulises volvió su espalda al puerto y siguió el pedregoso sendero que conducía a través del bosque en lo alto del monte hacia el lugar que Atena le había indicado. Un grupo de hombres se había reunido ociosamente en torno a un barril de petróleo dentro del cual ardía una fogata. Masculló un saludo y se detuvo unos instantes junto a ellos, tratando de calentarse las manos. Después entró en la ciudad por un portal de piedra en parte desmoronado.
Atena había exigido que le pagase la totalidad del dinero antes de embarcarlo, y después el capitán había pedido que le pagase a él también antes de permitirle a él y a otros cuatro trepar dentro de una caja de madera y cubrirse con cueros crudos destinados a la exportación. Atena le había dicho que los aduaneros casi nunca se preocupaban por inspeccionar un cargamento de cueros. Después, había intentado lavarse en agua de mar, pero el olor de animales muertos se le había pegado a la piel como un paño mojado.