Ficha técnica
Título: El coloquio de los perros | Autor: Miguel de Cervantes Saavedra | Editorial: Artemisa | 1ª Edición | Colección: Clá, 14 | Páginas: 128 | Precio: 10,50 € | Fecha de aparición: Noviembre de 2008 | Formato: 10,5 x 15 cm. rústica | ISBN 13: 978-84-96374-66-9
El coloquio de los perros
Miguel de Cervantes Saavedra
Esta novela ejemplar de Cervantes aborda la condición humana desde la óptica de dos perros. Cipión y Berganza (los canes protagonistas de este exquisito relato dialogado) descubren que la vida es un mero aprendizaje de la decepción, y que el hombre es un ser malo por naturaleza que atenta contra su propia vida, creyéndose investido de una autoridad legítima.
«De las Novelas ejemplares, El coloquio de los perros es probablemente el texto de Cervantes que ha provocado un número mayor de análisis, quizás como consecuencia del desconcierto de los lectores ante su naturaleza sorprendente y equívoca». Fernando Cabo Aseguinolaza
Páginas del principio del libro:
CIPIÓN: Berganza amigo, dejemos esta noche el Hospital en guarda de la confianza y retirémonos a esta soledad y entre estas esteras, donde podremos gozar sin ser sentidos desta no vista merced que el cielo en un mismo punto a los dos nos ha hecho.
BERGANZA: Cipión hermano, óyote hablar y sé que te hablo, y no puedo creerlo, por parecerme que el hablar nosotros pasa de los términos de naturaleza.
CIPIÓN: Así es la verdad, Berganza; y viene a ser mayor este milagro en que no solamente hablamos, sino en que hablamos con discurso, como si fuéramos capaces de razón, estando tan sin ella que la diferencia que hay del animal bruto al hombre es ser el hombre animal racional, y el bruto, irracional.
BERGANZA: Todo lo que dices, Cipión, entiendo, y el decirlo tú y entenderlo yo me causa nueva admiración y nueva maravilla. Bien es verdad que, en el discurso de mi vida, diversas y muchas veces he oído decir grandes prerrogativas nuestras: tanto, que parece que algunos han querido sentir que tenemos un natural distinto, tan vivo y tan agudo en muchas cosas, que da indicios y señales de faltar poco para mostrar que tenemos un no sé qué de entendimiento capaz de discurso.
CIPIÓN: Lo que yo he oído alabar y encarecer es nuestra mucha memoria, el agradecimiento y gran fidelidad nuestra; tanto, que nos suelen pintar por símbolo de la amistad; y así, habrás visto (si has mirado en ello) que en las sepulturas de alabastro, donde suelen estar las figuras de los que allí están enterrados, cuando son marido y mujer, ponen entre los dos, a los pies, una figura de perro, en señal que se guardaron en la vida amistad y fidelidad inviolable.
BERGANZA: Bien sé que ha habido perros tan agradecidos que se han arrojado con los cuerpos difuntos de sus amos en la misma sepultura. Otros han estado sobre las sepulturas donde estaban enterrados sus señores sin apartarse dellas, sin comer, hasta que se les acababa la vida. Sé también que, después del elefante, el perro tiene el primer lugar de parecer que tiene entendimiento; luego, el caballo, y el último, la jimia.
CIPIÓN: Ansí es, pero bien confesarás que ni has visto ni oído decir jamás que haya hablado ningún elefante, perro, caballo o mona; por donde me doy a entender que este nuestro hablar tan de improviso cae debajo del número de aquellas cosas que llaman portentos, las cuales, cuando se muestran y parecen, tiene averiguado la experiencia que alguna calamidad grande amenaza a las gentes.
BERGANZA: Desa manera, no haré yo mucho en tener por señal portentosa lo que oí decir los días pasados a un estudiante, pasando por Alcalá de Henares.