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Ficha técnica

Título: El amor en la literatura: De Eva a Colette | Autor: Blas Matamoro | Editorial: Fórcola |Colección: Señales, 19 Páginas: 224 | Tamaño: 13 x 21 mm  | ISBN: 978-84-151747-1-4 | Precio: 18,50 euros

El amor en la literatura: De Eva a Colette

Blas Matamoro

FÓRCOLA

El amor en la literatura no pretende ser una exhaustiva historia de la literatura amorosa; eso sí, aporta, más o menos ordenadamente en el tiempo, algunas referencias tomadas por Blas Matamoro de las letras europeas y americanas, sobre la razón y la locura del amor, y sugiere abundantes definiciones del amor, aunque todas parciales y armonizables. El amor es un mito que, por no haber ocurrido nunca, está ocurriendo siempre. Aunque difieren en lenguas y en retóricas, las literaturas del amor son todas temporales, circunstanciadas en el devenir. Y, así visto, el amor es histórico.

Según Blas Matamoro, no hay amor en el Paraíso. La expulsión del Edén hace ganar al hombre la libertad moral y la historia; es más: la iniciativa de Eva lleva al descubrimiento del pudor, la libertad y la reproducción de los humanos. Eva, pues, es la inventora del amor, es la primera madre de los mortales, es también la madre del amor. Eva constituyó al primer sujeto, Adán, haciéndole patente una falta que él no advertía por sí mismo, sujeto inconcluso que sale al cosmos en busca de la plenitud deseada y tal vez inhallable. Al enigma que comenzó con Eva, ha pretendido dar respuesta, nunca definitiva, la literatura del amor de más de veinte siglos. Ya en Colette, la mujer es esa entidad cósmica, en tanto el varón es la entidad subjetiva. De ahí que complete la parábola abierta por Eva en el inicio mítico de la historia humana, una historia de libertad, subjetividad, trabajo, sexualidad y muerte.

Las literaturas del amor tienen que ver, muy ampliamente, con la concepción moderna del individuo, quien tiende, entre muchas otras cosas, a distanciarse de la naturaleza y de sí mismo, intentando dar sentido y fin al mundo de los afectos. La experiencia propia es motivo de reflexión, dando lugar a la psicología, y el pensamiento racional se traduce, inevitablemente, en saber moral. Verdad inalcanzada por la historia, verdad inalcanzable al humano entendimiento, acaso misterio o mero enigma: el amor. 

PRELUDIO

      No se asuste quien lea. No se trata de una exhaustiva historia de la literatura amorosa. Sólo daré, más o menos ordenadamente en el tiempo, algunas referencias tomadas de las letras europeas y americanas, las únicas que en parte he recorrido. Si prefieres: de Occidente, con el reparo doble de que Occidente no es un lugar fijo sino el sentido aparente de la trayectoria solar, admitiendo que el Sol se levanta y se pone cada día; y que, además, mucho nos viene a los occidentales, en esta materia, de Oriente Próximo: Babilonia, Palestina, Jonia.

      Lecturas recurrentes y comentarios o discusiones con los compañeros y los alumnos me permiten fijar algunas constantes temáticas que espero exponer en las páginas siguientes. Son ellas:

     — El amor requiere ser dicho – si se prefiere, aplicando la fórmula usual: declarado — y genera una literatura.

      — El amor es asocial y existe fuera de los parámetros de la convivencia cotidiana, por lo que guarda una innegable similitud con la utopía.

      — El amor constituye la subjetividad del enamorado y demanda una subjetividad adecuada a la suya, el ser amado.

      — El enamorado idealiza a quien ama y se idealiza en la idealidad de su enamoramiento.

      — El punto de partida de esta doble afirmación es el narcisismo secundario. Cuando Narciso advierte que su rostro en el espejo del agua es irreal como tal rostro, una mera apariencia, busca construir espejos que tengan una realidad objetiva, fuera de él mismo, y proyecta la belleza fugitiva y endeble contemplada en la fuente sobre el cuerpo del otro.

      — Constituida esta doble subjetividad por efectos del sentimiento en lo interno y de la imaginación – imagen sin objeto que la sustente, conforme la fórmula kantiana – en lo externo, el sujeto se disuelve en el objeto amado y se transfigura en él como una enésima subjetividad. Por esto, el amor guarda parecidos estructurales con la visión mística y la invención poética.

      — Sea cual fuere el sexo de los sujetos en cuestión, siempre el elemento que activa el vínculo es una mujer: amiga, madre, diosa o cualquier otra identidad que alcance. 

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Blas Matamoro

Blas Matamoro (Buenos Aires, 1942), escritor, periodista y crítico musical. Se graduó en Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires; fue profesor en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo en Buenos Aires. Ha sido editor de los Cuadernos Hispano-americanos de la Agencia Española de Cooperación Internacional y colabora en diversos medios como crítico literario y musical.En 2010 ganó el Premio Málaga de Ensayo con su obra Novela familiar: el universo privado del escritor. Ha prologado los ensayos Juan Rulfo: biografía no autorizada (Fórcola, 2012), de Reina Roffé, y Vivant Denon: El caballero del Louvre (Fórcola, 2012), de Philippe Sollers. Es responsable de la edición de Consejos maternales a una reina (Fórcola, 2011), el epistolario privado entre María Antonieta y su madre María Teresa de Austria; de la edición de Cartas sobre Luis II de Baviera y Bayreuth (Fórcola, 2013), de Richard Wagner; y es autor del ensayo Cuerpo y poder: Variaciones sobre las imposturas reales (Fórcola, 2012).

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