
Ficha técnica
Título: El amante de lady Chatterley | Autor: D. H. Lawrence | Traducción: Andrés Barba y Carmen M. Cáceres | Ilustraciones : Romana Romanyshyn y Andriy Lesiv | Editorial: Sexto Piso| Colección: Sexto Piso Ilustrado | Año de publicación: junio 2016 | ISBN: 978-84-16358-93-9 | Formato: 17 x 24 | Precio: 20 euros
El amante de lady Chatterley
David Herbert Lawrence
Tachada de inmoral y escandalosa en su día por tratar la sexualidad y el deseo femeninos desde un punto de vista demasiado natural y desinhibido para la época, El amante de lady Chatterley es, con toda justicia, la novela más célebre y celebrada de D. H. Lawrence. El paso del tiempo y las conquistas sociales han aligerado al libro del fardo de su supuesta polémica, pero no han eclipsado ni un ápice el brillo de su belleza.
Constance Chatterley, hija de intelectuales con ideales socialistas y educada en un entorno artístico, contrae matrimonio con Clifford, un joven de clase alta que se encuentra luchando en el frente, aprovechando unos días que éste tiene de permiso. Poco tiempo después, sir Clifford, que ha heredado la casa y el negocio familiares, regresa al hogar parapléjico. Este hecho, que con los años no hará sino exacerbar el carácter ya de por sí frío y cerebral de Clifford, será el detonante para que Constance, rompiendo todas las barreras de clase, mantenga un idilio carnal con el guardabosque de sus tierras, Oliver Mellors. La pasión entre ambos no será únicamente una válvula de escape de todas sus frustraciones vitales, sino también un reino afortunado al margen de todo, especialmente de las diferencias de clase y de otras injusticias (entre las cuales, sin ir más lejos, habría que contar el históricamente ignorado derecho de la mujer al placer).
El atlas de anatomía del amor creado por Romana Romanyshyn y Andriy Lesiv plasma de manera magistral todo el salvajismo y la delicadeza de una obra inolvidable.
«Prohibida durante más de treinta años en Gran Bretaña y Estados Unidos, esta novela constituye un referente de la literatura erótica. […] Una rareza editorial, una curiosidad sociológica». Irene Lozano, El Mundo
CAPÍTULO 1
Nuestra época es fundamentalmente trágica, por eso nos negamos a tomárnosla trágicamente. La catástrofe ya ha sucedido; estamos entre las ruinas, intentando construir pequeños y nuevos espacios habitables, creando pequeñas y nuevas esperanzas. Se trata de un trabajo arduo: ya no quedan caminos llanos hacia el futuro y sorteamos o superamos los obstáculos con dificultad. Tenemos que seguir vivos, no importa cuántos cielos se hayan desplomado.
Ésa era, más o menos, la opinión de Constance Chatterley. Su mundo se había venido abajo a causa de la guerra, y había entendido que lo único que podía hacer era aprender y seguir viviendo.
En 1917, se casó con Clifford Chatterley, mientras éste disfrutaba de un mes de permiso. Tras un mes de luna de miel, él regresó de vuelta a Flandes para acabar volviendo a Inglaterra en barco seis meses más tarde, hecho más o menos pedazos. Constance, su mujer, tenía entonces veintitrés años y él, veintinueve.
Clifford se aferró a la vida de una manera sorprendente. No sólo no murió, sino que sus pedazos se fueron recomponiendo poco a poco. Después de pasar dos años en manos de los médicos, le dieron el alta y pudo retomar su vida aunque con la parte inferior del cuerpo, de cintura para abajo, paralizada para siempre.
Aquello sucedió en 1920. Clifford y Constance regresaron a su hogar, Wragby Hall, la casa solariega de la familia de Clifford. Al fallecer su padre, Clifford heredó el título de baronet, sir Clifford, y Constance se convirtió en lady Chatterley. Iniciaron su vida en común y su matrimonio en la desolada casa de los Chatterley, con unas rentas bastante ajustadas. Clifford tenía una hermana, pero se había marchado de allí, y no tenía otros familiares cercanos. Su hermano mayor había muerto en la guerra. Paralítico de por vida y consciente de que no iba a poder tener hijos, Clifford regresó a las nubladas Midlands para mantener vivo el apellido de los Chatterley mientras le fuera posible.