Ficha técnica
Ebrio de enfermedad
Anatole Broyard
El libro recoge los escritos que Broyard, crítico y director del New York Times Book Review, escribió a partir del momento en que le diagnostican cáncer de próstata hasta pocos días antes de su muerte. Se trata de una lúcida reflexión, no exenta de humor y descaro, sobre el hecho de estar enfermo. Entre los textos se recoge «Lo que dijo la cistoscopia» (del que Philip Roth dijo en una carta: «…No sale a cuenta ni siquiera para escribir un relato tan espléndido como «Lo que dijo la cistoscopia», no al menos mientras Aristófanes no sea Dios».) Oliver Sacks es el autor del prólogo del libro.
«Es evidente que la enfermedad no privó a Broyard de su curiosidad ni de sus fuerzas; si acaso, las incrementó, las concentró como nunca. Se sentía rebosante de energía, «ebrio» de su enfermedad, resuelto a afrontarla, a escribir sobre ella, con toda la fuerza de que fuese capaz. Y en estos últimos escritos, que datan de cuando estaba mortalmente enfermo (y lo sabía), aporta fuerza, claridad, ingenio, urgencia, intensidad de sentimiento por los poderes metafóricos y poéticos de la enfermedad, todo lo cual los hace equiparables a lo mejor que se haya escrito sobre esta cuestión, desde Tolstoi hasta Susan Sontag. Nunca he visto ningún escrito sobre la enfermedad que sea más directo, más franco: a nada se le resta importancia, no se rehúye nada, nada se pasa por alto, no se da a nada un trato sentimentaloide, ni se apiada gratuitamente de nada; nunca he visto ningún escrito de estas características que sea al mismo tiempo más profundo, más inteligente, más reflexivo, más resonante […]. Se aprecia cómo empuña la pluma con una potencia sin precedentes, resuelto a desafiar su enfermedad, entrar en las fauces de la muerte y lo hace pleno de vida, pluma en mano, reportero, analista hasta el final. Va con la pluma casi hasta las tinieblas.» Oliver Sacks
Prólogo
Por Oliver Sacks,
Doctor en Medicina.
Anatole Broyard escribió siempre con toda la fuerza de su intelecto y personalidad, y no parece que hubiera nada, entre las cosas que genuinamente importan, que no suscitara su interés. Los temas relacionados con la enfermedad y la muerte, sin embargo, ocupaban para él un lugar muy especial, tal vez en parte debido a que su padre, por el que sintió siempre un gran apego, tuvo una muerte lenta sobrevenida, por así decir, a raíz de un cáncer, siendo Anatole todavía un joven. Según comenta Alexandra, su mujer, en el epílogo a estas piezas reunidas, esta experiencia, este conocimiento en profundidad de la muerte, «dio contraste y resonancia al resto de su vida».
En 1954 publicó un relato intenso y muy personal sobre la enfermedad y la muerte de su padre, «Lo que dijo la cistoscopia», y veintisiete años después, en 1981 y 1982, escribió una serie de ensayos sobre «La literatura de la muerte». Anatole Broyard ya se había enfrentado a la muerte en calidad de hijo y en su condición de crítico literario; ya había demostrado hallarse en términos muy íntimos (pero también belicosos) con aquello que todos nosotros, tarde o temprano, hemos de afrontar. Sin embargo, personalmente siempre gozó de una salud robusta, que conservó hasta 1989, cuando de pronto se le declaró un cáncer, cáncer de próstata (emparentado con el cáncer de vejiga que acabó con la vida de su padre).