
Ficha técnica
Título: Don Camaleón | Autor: Curzio Malaparte | Editorial: Tusquets | Colección: Andanzas CA-858 | Páginas: 248 | ISBN: 978-84-9066-103-1 | Precio: 17,31 euros (IVA no incluido)
Don Camaleón
Curzio Malaparte
Curzio Malaparte escribió Don Camaleón sin someterse a la censura ni a la autocensura, y el resultado es esta sátira tan feroz como matizada, en la que volcó toda la insolencia de que este autor era capaz. Durante un encuentro ficticio con Mussolini, Malaparte recibe de éste la estrambótica sugerencia de educar a un camaleón. Y así lo hace, instruyendo al animal en las humanidades con ayuda de un bibliotecario. Cuando lo inician en política, pronto se convierte en un álter ego del propio Mussolini. El éxito de Don Camaleón en el partido fascista es arrollador, hasta el punto de que Mussolini lo nombra su segundo de a bordo. El discurso de Don Camaleón en el Parlamento italiano, en el que confiesa que en realidad es la mente del dictador, cierra un libro atrevido y corrosivo, escrito en vida del propio Mussolini, quien prohibió su edición cuando ya estaba en la imprenta.
I
Mis primeras experiencias. Epístola de Luigi Bossi sobre los basiliscos, los dragones y la incredulidad del conde de La Cépède
Hay entre nosotros muchos animales -no todos políticos- cuya rareza se debe más al ambiente exquisito y arbitrario de la Italia del último siglo que a su propia naturaleza. ¿Quién ha visto nunca una salamandra, un basilisco, un dragón, un camaleón? Incluso nos habríamos olvidado de cómo son si de vez en cuando un hombre de bien, especie tan rara como estos animales, no se topara con alguno y nos lo contara. Son casos maravillosos. Pero esos casos maravillosos abundan en las crónicas y no sólo en las fábulas.
Cuando estudiaba latín y griego en el Instituto Cicognini de Prato, la ciudad toscana en que nací, yo mismo me topé varias veces con este tipo de animales, y sabe Dios cuánta inocencia necesité para no presumir de ello.
Los primeros encuentros fueron, como siempre, literarios, pues nosotros empezamos a vivir la vida por las letras, sobre todo en Toscana, donde todo, virtudes, vicios y pasiones, es literario. Como buen pratense, que es como ser tres veces toscano, siempre he sentido un gran amor por las letras y los animales, quizá por simpatía con el buen poeta renacentista Firenzuola, gran enamorado de mi ciudad y conciudadano mío, aunque no naciera en Prato.
Sin embargo, lo primero que supe de las salamandras, por ejemplo, me hizo dudar mucho de lo conveniente de tales encuentros. Fue leyendo el pasaje de la Vida de Benvenuto Cellini en que se habla de este animal y de la famosa bofetada. El efecto que me causó esta bofetada duró hasta el día en que leí estos dos versos sorprendentes de Petrarca:
de mi muerte me apaciento y vivo en llamas;
extraño pasto y mirífica salamandra.