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Ficha técnica

Título: Constatación brutal del presente | Autor: Javier Avilés | Editorial: Libros del silencio | Colección: Miradas | Género: Novela | ISBN: 978-84-937856-6-6 | Páginas: 176 | Formato:  21 x 14 cm. | PVP: 15,00 € | Publicación: 24 de Enero 2011

Constatación brutal del presente

Javier Avilés

LIBROS DEL SILENCIO

«Consecuencia directa de sus audacias, de sus inéditas combinaciones infernales, surge ahora Constatación brutal del presente, novela cargada de duro sentido, literatura comparada de verdad, eléctrico ejercicio de sinrazones razonables que sería un error permitir que, por nacer enmascaradas, pasen desapercibidas.» Enrique Vila-Matas

Seres condicionados y sin voluntad, sujetos experimentales de oscuras conspiraciones, víctimas de siniestras fuerzas, piezas de engranajes orgánicos… En este apocalipsis convertido en territorio narrativo todos narran y son narrados, y la memoria es ya incapaz de poner orden en un tiempo que no existe. Antes, durante y después del Fin, en las alturas del Edificio y en el subsuelo donde se esconde la Sección 9, en la habitación cerrada e inundada de hojas y en los páramos en ruinas, no quedan más que sujetos despojados de identidad en busca de una verdad inalcanzable e inexistente que sólo puede conducirlos a la constatación brutal del presente.

«No he visto nunca a Javier Avilés. Y no creo que llegue a verle nunca. Tiene algún motivo para esconderse. O no. Sé que trabaja con un ansia extraña y con extraordinario afán literario innovador. Y lo imagino en constante constatación del futuro feroz que pasea por nuestro futuro de ahora. Sé también que su ansia extraña contagia y también sé que ha intervenido, como cómplice directo, en la creación de mis dos últimos libros. De hecho, mis incursiones en su célebre blog El lamento de Portnoy potenciaron mi imaginación e incidieron en la acción inmóvil de la tercera parte de mi última novela. No es extraño que algo así ocurriera, pues es muy creativo el sentido crítico de ese blog que ensaya sin cesar teorías osadas y al que su autor ha sabido convertir en el más importante laboratorio de todas las literaturas comparadas que conozco. En él, Javier Avilés contrasta, día a día, todo aquello que le parece incontrastable. Y lo asombroso es ver cómo sale airoso de los conflictos y estilos que admirablemente ensambla. Consecuencia directa de sus audacias, de sus inéditas combinaciones infernales, surge ahora Constatación brutal del presente, novela cargada de duro sentido, literatura comparada de verdad, eléctrico ejercicio de sinrazones razonables que sería un error permitir que, por nacer enmascaradas, pasen desapercibidas.» Enrique Vila-Matas

 

PÁGINAS DEL LIBRO

¿Quién ahora sino yo? Aunque no sé qué yo. Me imagino avanzando por túneles húmedos, arrastrándome por tuberías estrechas, mimetizándome con una maraña de cables y tubos, lleno de polvo y suciedad posados sobre mí a lo largo de los años. Sobre mi ropa, sobre mi arma. Tengo un arma. Aunque no sé por qué yo. Me observo desde mi posición. Hace años que me observo enredado entre cables y tuberías; me observo mientras trabajo y mientras escribo y mientras me camuflo fingiendo no ser yo, construyendo una ficción en torno a la ficción. Todo acabó, durante trece años todo acabó. El texto demostró la imposibilidad de narrar, la imposibilidad del narrador. Luego lo intentó otra vez. Lo vi desde mi posición entre el polvo y la mugre, vi cómo lo intentó y fracasó. Quizás sería mejor acabar con el lector para reinventar la narración. ¡Acabad con todos! ¡Lanzad la bomba! Parece que al final ocurrió, ya no me veo desde mi escondite. Preparo el arma. Me veo escribiendo sobre la muerte de la narración, sobre la muerte del lector, sobre la imposibilidad del narrador y del lector; luego no me veo más. Veo a un hombre con una chaqueta marrón raída avanzando apresurado con unos papeles en la mano, gritando «¡Así no, imbécil, así no!». O algo parecido. Era la constatación brutal del presente según ha quedado ya recogida. La idea era como sigue. Se empezaba por el final. Primero la imagen de tres hombres caminando por un paisaje en ruinas. Tal vez evocara la descripción de una idea literaria a propósito de una novela que nos conduce al caos y la destrucción. El Apocalipsis está por llegar. No en nuestro tiempo, en el narrativo. Primero, los hombres y la cons tatación de la destrucción y la búsqueda de la cúpula (La Cúpula). Des pués (antes, cronológicamente), la Sección 9 en La Cúpula, donde el fracaso de un experimento coincidía y concluía con la destrucción total. Se narraba desde una conciencia múltiple, no la de un narrador colectivo sino la de un único narrador con la mente y el comportamiento de un enjambre. El narrador debía morir, el lector debía morir. Desde esa perspectiva la única narración posible era aquella en la que todos los narradores fuesen los propios lectores. Demasiada repetición del concepto. Creo que todavía estaba en construcción cuando todo terminó. El primero y, por tanto, el último de los relatos versaría sobre un documental de Allen Smithy, Sigma Fake. Desde mi escondite vi cómo lo escribía. Ahora no hay nada que ver. Una fábrica vacía en los sótanos de La Cúpula en la que la inercia del sistema automático hace que las cajas de madera circulen en un bucle sin fin por cintas transportadoras. Aun así mantengo el arma limpia y preparada. Me llega un hedor a podredumbre y descomposición de las cajas circulantes.

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Javier Avilés

Javier Avilés Viaplana (Barcelona, 1962) edita desde el 2004 El lamento de Portnoy, un blog de referencia en el que escribe sobre cine y literatura desde los límites a menudo difusos entre la realidad y la ficción. Colabora en diversas revistas digitales, como Hermano Cerdo, y en la revista literaria Quimera. 

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