
Ficha técnica
Título: Cómo dejar de escribir | Autor: Esther García Llovet | Editorial: Anagrama | Colección: Narrativas hispánicas | Páginas: 136 | ISBN: 978-84-339-9827-9 | Precio: 15,90 euros | Código: NH 578 | Fecha: enero 2017 |
Cómo dejar de escribir
Esther García Llovet
Renfo, el hijo apócrifo del gran Ronaldo, el mítico escritor latinoamericano, deambula por Madrid en busca del manuscrito perdido de su padre. Acompañado de Curto, un amigo ex convicto, y Vips, un parado de larga duración, recorre la ciudad durante un verano tórrido animado por niñas pijas, coches robados, fiestas lacias y humoristas psicópatas, camareros cutres y bares que nunca cierran. Selfie algo irónico y alucinado, Cómo dejar de escribir deja sonar la cara B del mundo literario con la distancia de quien no perteneció a él. Una novela sobre el Madrid más anónimo, sobre gente que no sabe lo que quiere. Sobre cómo dejar de hacer nada y empezar a hacerlo todo; cómo dejar de escribir e ir a la guerra. Una novela secamente alucinada, de ambientes enrarecidos y humor difuso, perplejo, escrita con el estilo agudo, compacto y sugerente que es marca de la casa de una de las voces más felizmente excéntricas de la literatura de hoy.
«Esther García Llovet es una perra verde. Un bicho raro en el contexto actual de la literatura española: el mundo de sus escritos es también el de una perra verde. El de una exquisita rara avis… Esta autora cuestiona cada código, cada imagen, cada palabra… Estupenda» (Marta Sanz).
«Nos gusta mucho García Llovet, y nos gusta su estilo, su poética: afirma su preferencia, como lectora, por las grandes novelas oceánicas (con Bolaño y Foster Wallace como inexcusables referencias), pero como escritora apuesta por las novelas escuetas y alusivas. Su universo narrativo incluye una dosis innegable de extrañeza alentada por una especie de arcano inaccesible, de «fatum» de tragedia griega. Autora de culto» (Sara Mesa).
«Ha hecho de la calidad una de sus señas» (Javier Moreno, Quimera).
«Su estilo es de cuchilla de afeitar» (Laura Fernández, Go Mag).
«Una muy buena escritora, que maneja la tensión narrativa y la ambientación de manera soberbia y mesurada… La prosa de García Llovet es austera y tiene la alevosía y premeditación del mejor de los delitos -el que no se permite el error ni encuentra castigo, el verdadero crimen perfecto en literatura» (Sergi Bellver, Bitácora de Sergi Bellver).
«Es de esas escritoras «secretas» que causan adicción, y no es un símil o una metáfora, sino una constatación empírica. Novela tras novela ha conseguido enganchar a nuevos lectores» (Carlos Sala, La Razón).
«Una escritora única. Radicalmente independiente y ajena a modas y generaciones, ha conseguido asimilar la modernidad norteamericana sin caer en el pastiche. Además de una potencia visual fuera de lo común, posee una precisión absoluta, un adecuado sentido del ritmo y la capacidad para crear protagonistas de rara y oculta intensidad. Todo ello magnetiza al lector» (Recaredo Veredas, Qué Leer).
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Me acuerdo de cuando no pasaba nada. Me acuerdo de aquella edad de oro, esa convalecencia, los desayunos descongelados del burger, las tardes en sesiones dobles de películas malas de instituto y las noches, las noches de cuarenta horas, cincuenta horas huecas como el túnel de la risa, sesenta horas escribiendo sobre el gran Ronaldo, setenta horas de medianoche sólo interrumpidas por alguna llamada al móvil, un Nokia del noventa y tantos que sólo encendía un par de minutos al día, de madrugada, para comprobar de la que me había librado.
-¿Qué tal, Renfo? – me preguntaba Curto.
-Bien. Escribiendo.
Luego colgaba. Y miraba media hora del reality del cocinero psicópata, los anuncios de la Rotorazer, tomaba café, cafés, lonchas de york, y después seguía escribiendo, con los ojos y la boca secos como piedra pómez, hasta bien entrado el mediodía, sobre el gran Ronaldo, y cuando salía a correr por detrás del Jumbo y de las canchas del Club de Tenis y de las terrazas de los bares caros donde todo el mundo parece que siempre tiene treinta y tantos años y es eternamente feliz, yo pensaba en lo poco feliz que era, o al menos en la poca necesidad que había tenido de ser feliz, si es que no es eso desdicha, el gran Ronaldo, el mayor escritor latinoamericano de su generación, el Ronaldo de la chupa de cuero. Mi padre.