
Ficha técnica
Aromas
Philippe Claudel
Si prescindiéramos de las imágenes y los sonidos, nuestros recuerdos serían una sucesión de olores percibidos desde la infancia. A partir de esta original propuesta, Philippe Claudel -autor de obras de gran repercusión como Almas grises y La nieta del señor Linh– ha reunido en esta colección de textos breves una serie de momentos rescatados de su memoria por el poder evocativo de los aromas que los acompañaron.
El perfume intenso de la tierra negra, de los ríos oscuros y los bosques de abetos de su Lorena natal; la fragancia de la loción de su padre, en contraste con su ausencia en la casa inodora y vacía tras su muerte: tan sólo una muestra de la infinita variedad de olores asociados a los objetos, lugares y gentes que jalonan una vida. Aromas del hogar familiar, de la adolescencia, del internado, de los primeros amores. Olores que fascinan, que incomodan, que hacen soñar, y que van conformandola identidad de un ser humano, cada uno de ellos convertido, mediante la prosa traslúcida y elegante de Claudel, en un elixir mágico que fascina por la fuerza de su pureza y sencillez. Más allá de un mero ejercicio de introspección intimista, estos textos son un homenaje a la tierra que lo vio nacer, a las personas relevantes de su vida, así como una celebración de todos aquellos instantes de plenitud con que suele regalarnos la existencia.
Abeto
Dicen que los vosgos somos mitad hombres, mitad abetos, para burlarse de nuestro carácter taciturno y brusco. Lejos de los bosques de abetos, vivo a cámara lenta. Tengo la sensación de que me han desarraigado. Echo de menos su perenne verdor, su ramaje desplegado, su olor, con lustre de resina, sus inofensivas agujas. Antes de la guerra, mi padre es leñador, campesino, auxiliar químico. La posguerra lo convierte en policía, pero nunca olvida sus bosques. Su casa natal está incrustada en ellos. Bosques sombríos que trepan hacia la roca de La Soye, las ruinas del castillo de Pierre- Percée y el puerto de La Chapelotte, que sigue exhibiendo las heridas de los numerosos combates que allí se libraron en la Gran Guerra. Trabaja en numerosas talas en el valle del Plaine, río de aguas pobladas por truchas y gobios, bordeado por una antigua calzada romana y dominado por el Donon, en cuya alta cumbre un templo de arenisca rinde culto a Veleda. Es una de las zonas más resinosas de Francia. No hay forma de eludir los abetos, viejos o jóvenes, negros, inmensos, de una majestad casi carolingia, ni a las píceas, que forman apretadas brigadas a lo largo de los senderos. Picnic. Cargamos el «cuatro latas» de cestas, mantas, sillas plegables, hornillos, ensaladeras, bolas de petanca y raquetas de bádminton.