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Ficha técnica

Título: 82 objetos que cuentan un país | Autor: Manuel Lucena | Sello: TAURUS | Colección: Historia | Formato: tapa dura con sobrecubierta | Medidas: 176 X 246 mm | Fecha publicación: 11/2015 | Páginas: 416  |ISBN: 9788430607303 |   Precio: 23,90 euros | Ebook: 12,99 euros

82 objetos que cuentan un país

Manuel Lucena Giraldo

TAURUS

Frente a lo que hacen otras historias de España, este libro propone un camino de estudio distinto, pues rastrea la existencia milenaria del país en su cultura material y emocional. Alejada de cualquier esencialismo, no narra lo que los objetos «son», sino lo que han representado para los españoles a través de los tiempos. Es esta una relación identitaria, pero, por encima de todo, pasional y utilitaria.

Los españoles han proyectado en los 82 objetos que componen la obra múltiples contenidos simbólicos. En los textos dedicados a cada uno de ellos hay elementos descriptivos -qué es cada uno-, analíticos -de qué manera se configuró su contexto- y relacionales -de qué forma fueron considerados únicos en cada momento histórico, cómo adquirieron una pátina o configuración determinada-. Pero, sobre todo, portan significado por el aura que contienen, el amor con que fueron fabricados y la evocación que provocan en nosotros.

Prehistoria, España romana, Edad Media, los Austrias, Ilustración, siglo XIX, siglo XX y el tiempo presente son las partes en que está dividido 82 objetos que cuentan un país. Sigue, por tanto, una cronología clásica, aunque puesta al día. El número y selección de los objetos se ha basado en un intento de acumulación densa y en caracterizaciones canónicas procedentes de diversos ámbitos y disciplinas. No asumen distinciones arcaicas entre «alta cultura» y «cultura popular»; tampoco son siempre materialidades concretas, sino en ocasiones difusas y flexibles, pues el ingenio de los españoles se ha plasmado a lo largo de los siglos en los más variados campos del arte y la cultura, la moda, la política, la cartografía, la numismática, la ciencia o la ingeniería.

A MODO DE INTRODUCCIÓN

Las preguntas de la historia son similares en diferentes épocas, si consideramos que la gran cuestión de la que se ocupa es el cambio y sus consecuencias en las sociedades humanas. Los caminos por los que se analizan sus dinámicas son, sin embargo, diferentes. En el mundo occidental se considero durante muchos siglos que las guerras eran lo único que valía la pena relatar. La historia consistía en una narración de acontecimientos bélicos, heroicos y sobrecogedores, bajo una perspectiva ejemplarizante.

El resto de los asuntos humanos no interesaba, se consideraban no relevantes y aburridos. Tanto que, como sostuvo el académico, matemático y escritor Rafael María Baralt mediado el siglo XIX, lo que no fuera asunto de guerreros y batallas alejaba a públicos y lectores.

No merecía la consideración de ≪materia de la historia≫.

TERRITORIOS DEL PASADO

El optimista enfoque ciceroniano, que la contemplaba como ≪maestra de la vida≫, había pretendido que los contemporáneos (en especial príncipes y ministros, quienes gobernaban y según la preceptiva clásica leían y estudiaban biografías e historias por doquier), evitaban errores fijándose en los probados disparates de sus antepasados. Había conductas evitables y otras aconsejadas. Todo traía consecuencias, porque en el pasado existían causas y efectos.

La historia, que descifraba presuntas leyes inmutables, era clave en la enseñanza de la responsabilidad individual. Las conductas, buenas y malas, determinaban una ejemplaridad publica (1). Semejante fe en la naturaleza humana y su capacidad de autocorrección a partir de la experiencia choco primero con los designios de la providencia divina y mas tarde, desde 1700, con la ampliación de la esfera de la libertad, en un sentido individual y moderno. En el primer caso, por largo tiempo se asumió que la intervención de Dios habría marcado unos caminos que el pecado y extravío de los hombres negaban con caprichosa reiteración. Como resultado, existían conflictos, guerras y catástrofes, incluso naturales, terremotos y plagas.

La verdadera vida no se hallaba en esta tierra, un mero transito, sino en el mas allá. De ahí que la existencia de comunidades políticas se explicara por designio divino. No era concebible

otra posibilidad. En segundo termino, el uso cívico de la libertad ampliada, imperativo de la Ilustración, al ser ejercida sin limitación moral, habría producido una catástrofe: la revolución. Edmund Burke considero demagogos peligrosos y corruptores del bien común a sus protagonistas. El conocido autor de Reflexiones sobre la revolución de Francia (1790), amante de la libertad moralmente disciplinada, señalo: ≪Todo parece fuera de la naturaleza en aquel extraño caos≫(2). El nuevo régimen republicano afirmo su historicidad como punto de partida radical, fabrico su propia ≪línea del tiempo≫.

[ADELANTO DEL LIBRO EN PDF]

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Manuel Lucena Giraldo

Manuel Lucena Giraldo es Doctor en Historia de América e Investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España. Ha sido profesor visitante en la Universidad de Harvard, Visiting Professor en Tufts University  (Boston) e investigador visitante en el IVIC y la Universidad Central de Venezuela, la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, el Colegio de México y el St. Antony College de la Universidad de Oxford. Entre sus publicaciones, que se han ocupado de viajeros y expedicionarios ilustrados, la imagen histórica de los imperios y la historia urbana americana, destacan Premoniciones de la independencia de Iberoamérica (2003), A los cuatro vientos. Las ciudades en la América Hispánica (2006) y Naciones de rebeldes. Las revoluciones de independencia latinoamericanas (2010). Es colaborador habitual de Revista de Occidente y del suplemento cultural de Abc.    

Obras asociadas
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