Jorge Eduardo Benavides
Como habrán podido observar, el tono de la narración es una cierta impostación de la voz que a menudo buscamos que encaje con el propio tema elegido: naturalmente, esa conjunción entre tema y tono requiere una búsqueda ardua por parte del escritor y que culmina cuando este llega, por fin, al convencimiento de cómo debe narrar, quién debe contar y cuál es la emoción que requiere todo ello: si distante, si ampulosa, si áspera, si conmovedora, si legendaria, si imperturbable… Por eso, no es de extrañar que sean muchos los escritores que se refieren a la importancia de la búsqueda del tono en las narraciones que abordan. Cuando se encuentra, inmediatamente el narrador se siente cómodo con la forma en que está contando la historia, de la misma manera que ocurre cuando hallamos el ángulo, el narrador que se encargará de dotar de voz al relato. No debemos confundirlo con el ritmo narrativo, que tiene que ver más con la velocidad que imprimimos al texto y cuya explicación intentaremos dar en la siguientes dos sesiones, aunque por lo general resulta fácil confundirlos. De todas maneras, lo que nos interesa es fundamentalmente que ustedes realicen los ejercicios y que busquen lo más rigurosamente posible acercarse a ese universo de tonos y de ritmos que marcan la diferencia entre una simple narración y una narración honda, compleja, llena de matices y cargada de densidad, como suele ocurrir con los relatos, cuentos y novelas de los buenos escritores, aquellos que han buscado con paciencia y oficio la manera exacta de encarar sus ficciones. Los textos de esta semana han sido pródigos en variantes, temas, narradores y tonos. Hemos elegido unos cuantos, como siempre, para que puedan ustedes calibrar aciertos y errores, y como siempre, les emplazamos a que con sus comentarios y opiniones enriquezcan este trabajo conjunto.
Saludos cordiales
Jorge