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Sobre ruedas

Por 15 de mayo de 2015 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Joana Bonet

Ser de los pequeños de una familia numerosa -el octavo de diez- puede imprimir un carácter entre tenaz y aventurero, y más con un padre militar de carrera que ganó una guerra. Los benjamines siempre acaban escuchando el final de la película, que los mayores se pierden, extraviados en sus fantasiosas urgencias. Pongo imaginariamente a Alberto Fernández Díaz frente al espejo, y su reflejo me devuelve una masculinidad rubia de sonrisa delgada y gesto como de acabar de comer un pomelo; una fusión del rubio de los Pecos con Sete Gibernau, ¿o es de Josep Maria Cullell con dos cuarterones de Antonio Gasset? A fuerza de observar los rasgos del candidato popular a la alcaldía -su mandíbula redonda, los lagrimales muy juntos, que traen un aire casi de ciencia ficción- el parecido con su hermano ministro se desvaneceen el dibujo, pero a la vez permanece en forma de sombra.
Los hermanos poderosos siempre han sido codiciados, salvo en política, donde la sombra del nepotismo es heladora. En la gran pantalla, las pistas de Wimbledon o en una junta de accionistas son curiosos, invencibles, envidiables… como Warren Beatty y Shirley McLaine, Venus y Serena Williams o las Koplowitz. Pero en los partidos y las administraciones nunca vendieron bien: de los nefandos hermanos de Guerra a los oscuros deudos de Guindos o Mayor Oreja. Los Fernández Díaz simbolizan dos épocas diferentes, aunque comparten pertenencia y una infancia aragonesa. Más laxo en las formas, municipalista infatigable y pactista irredento, amable pero con prontos. “Tiene un lado visceral”, me cuentan desde su entorno. “Un exotismo que forma parte del paisaje, no chirría en el escenario. Y amortiza sus votos”, me describe uno de mis oráculos periodísticos.
Su afición por las motos ha permitido disfrutar de lo lindo a los fotógrafos. Cuentan que, de joven, se pagó su primera Vespa encolando carteles de publicidad por las noches. Mira por dónde, ahora Varoufakis -más Ángel de Prada que del Infierno- universaliza la imagen del político motero por la que Fernández Díaz ha luchado tanto, llegando a presentar una propuesta municipal para que el carril taxi-bus también lo fuera de ciclomotores, y Harley, su pasión. Sempiterno cabeza de cartel pepero y veterano en el Consistorio, Alberto se ha mantenido incólume en su defensa de la ciudad. Hay bandoneón de tango en su historia: austero -vive en la misma casa desde hace 25 años-, forofo del Espanyol, y se casó el año olímpico con una vecina de la escalera, fiel al consejo de algunas madres barcelonesas: “Hijo, cásate con una chica de tu misma calle”: sorpresas, las justas.
(La Vanguardia)

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Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 tiene una columna de opinión en La Vanguardia. 

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