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Normales no, gracias

Por 26 de abril de 2014 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Joana Bonet

Normcore se denomina la tendencia emergente -o mejor dicho la no-tendencia- que refleja un creciente sentimiento antimoda, esto es: ser normal. Tengo serios problemas con este adjetivo cuando se utiliza fuera de contexto. De una “analítica normal” a una “persona normal” -que así es como muchos acaban definiendo al asesino que vivía en su escalera- hay un salto gigante, el mismo que media entre lo objetivo y lo subjetivo. Ocurre algo parecido con la muletilla “correcto”, en lugar del rotundo “sí”. Porque si el mundo fuera solo de los normales y correctos, sosos y anodinos, sin lugar para los arriesgados, excéntricos, neuróticos y visionarios, acaso no hubiéramos pasado de la edad del hierro. No vale resguardarse en la cautela y la mesura, sin la energía para cambiar lo inservible, experimentar, crear, incluso equivocarse, aunque la prudencia sea un grado.
En el panorama literario, y fuera del universo superventas, triunfan las antítesis de “lo normal”. Ahí está ese fenómeno que nos ha enmudecido con su descarnada historia y su magnífica prosa: desde Noruega, Karl Ove Knausgard, en cuya mirada no se disimula tormento, testosterona, ni un poblado mundo interior, ha sacudido la impostura (y de paso a la crítica) con Mi lucha, el relato de su vida a cinco años de cumplir los 50. Seis novelas, 400.000 ejemplares vendidos en su país. La honestidad del relato, y su capacidad para apresar el diálogo interior, así como los ritos de pasaje, convierten a Knausgard en un nuevo deseado para legiones de lectores y también de mujeres que aún colman su imaginario de hombres intensos, difíciles y atormentados, en un doloroso masoquismo del cual difícilmente pueden abstraerse.
Entre los literatos siempre ha habido perlas de intensidad: el engolado Henry-Lévy, el magnético Carrère, el libertino Beigbeder, el afilado Martin Amis o nuestro Ray Loriga. Diferente, polémico, atractivo y bebedor, con su Héroes arrastró a toda una generación que alargamos la adolescencia hasta extremos insospechados. Su foto ocupaba la portada: media melena, anillos, tatuajes y mirada desafiante, inaugurando el realismo sucio hispano. Una nueva forma de contar el mundo, un malditismo chic, con rock y tragos largos. Hasta que empezó a pagar colegios. Y dejó las drogas. Aunque el delirio de un camello convertido en tiburón estructura su última novela, Za Za, emperador de Ibiza, recibida, tras ocho años de silencio, con expectación y aplauso: “Sí, he perdido miedo. No me han matado, aunque me hayan dado mucho. Y eso es vital para seguir escribiendo”. La antinormalidad es más tendencia que el normcore. Pero cuidado: del deseo al tedio, ni el vuelo de un pájaro.
‘Avant la lettre’
“Regía mi vida por las reuniones del periódico, desde la primera a la del cierre; 34 años… He cambiado el ritmo de las mareas”. Así se expresaba en la fiesta de La Vanguardia el periodista más parecido a Ciudadano Kane que ha dado este país; el audaz, inteligente, perverso ínclito y cuantos adjetivos se antojen, Pedro ‘Jota’. Sorprendía verlo como “autor”, aunque La desventura de la libertad (La Esfera) sea su decimotercer libro. Ahora tiene otro brillo en la mirada, y el halo de venerabilidad que inviste a un exdirector con cartas en la manga. Recuerdo una cena en su casa, con Jaume Matas, Espe y Aute, sentados en sillas de lunas, corazones y margaritas de Ágatha Ruiz de la Prada. Osado dadaísmo, venenosa nostalgia.
La estirpe Clinton
El producto de las dos marcas personales más potentes del mundo, Bill y Hillary, ha anunciado la continuidad de la dinastía Clinton con su reciente embarazo, al tiempo que asume el mando en la fundación familiar. Aquella niña de piel gruesa (como ella misma reconoce en su cruzada contra los azúcares en los comedores escolares) ha abandonado los rizos por la queratina. También ha anunciado que no tiene ninguna duda: su hijo vivirá en un mundo comandado por jóvenes líderes femeninas. Superado el fiasco como comentarista política en la NBC, su carrera en el ámbito público despega: primero la campaña ‘Hillary for president 2016′, y quién sabe cuatro años más tarde… “Chelsea sabe más de todo que nosotros”, ha sentenciado Bill.
Viernes milagro
¿Por qué la mayoría de mujeres, después de parir, habitamos un cuerpo extraño durante meses y las chicas del couché, como Elsa Pataky o Eugenia Silva, emergen de la maternidad como del programa operación bikini? Divina naturaleza que discrimina entre el postparto de matrona y el de sílfide. No es el caso, pero los más insidiosos aseguran que existe una práctica común en los partos de las más bellas: en camilla, pasan automáticamente de un quirófano a otro para aspirarles los sobrantes. Programamos los partos agenda en mano, idealizamos la maternidad como un cuento de hadas y nos exigimos recuperar la figura como si trabajáramos en un cabaret. Loco mundo absorto en lo accesorio en vez de arrodillarse ante la ternura.
(La Vanguardia)

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Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 tiene una columna de opinión en La Vanguardia. 

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