Joana Bonet
Lejos de considerar un espectáculo bochornoso el que representaban aquellos boys con el torso desnudo a las puertas de los Abercrombie & Fitch del mundo entero, los consumidores ávidos de performance lo encontraban un reclamo simpático. Ni las jovencitas ni sus madres que se fotografiaban con ellos, medio avergonzadas o tan ufanas, se plantearon el sexismo que escenificaba la utilización de los cuerpos de esos hombres obligados a sonreír, contonearse, y quitarse la camisa de cuadros a dos grados bajo cero en la Quinta Avenida. En la castellana plaza del Marqués de Salamanca, cuando irrumpieron con su gracejo teen, no hubo manifestaciones de feministas solidarias contra la cosificación de sus hermanos hombres, ni estos parecieron sentirse ofendidos. “Peor es tener que disfrazarse de Bob Esponja o Dora Exploradora”, razonaban algunos señalando al negocio infantil -por llamarlo de alguna manera- de las chiquifiestas.
La cadena de tiendas de ropa casual made in USA le añadió un punto de show al intercambio comercial: ambiente de discoteca, dependientes vigoréxicos y una fragancia penetrante que invade violentamente la memoria olfativa (una especie de Varon Dandy sofisticado)… los boys de Abercrombie fueron educados en la máxima de que más allá de vender productos, había que vender experiencias. Formaban parte de esa moral hedonista tan de nuestro tiempo: primero disfruta y luego piensa de qué forma has disfrutado. Un mandato universal que convierte al placer en el principal objetivo vital, aunque se trate de una promesa infausta que acabará arrastrando calamidades.
Los chicos Abercrombie tienen nuevo jefe y este les ha pedido que de nuevo se pongan la camisa. No obstante, son fruto de la escuela que hace unos veinte años inauguró un futbolista con talento y belleza. En lugar de esconderla bajo la camiseta del Manchester United, la evidenció con bíceps torneados, tatuajes y peinados a cada cual más osado. Beckham -que este fin de semana cumplirá 40 años en Marrakech sin crisis y con su cuadrilla de vips- encarnó la liberación del metrosexual, un hombre gustoso de conocerse y ávido por exhibirse, sin que por ello se cuestionara su orientación sexual. Sex-appeal y visión de juego, buen toque con los dos pies, coquetas poses, además de una mujer superestrella y cuatro hijos. Su estilo hizo estragos y se convirtió en una marca logrando que el fútbol pasara a ser un deporte sexy.
¿Trajo algo positivo la metrosexualidad a la equiparación de sexos? A las mujeres les complació que ellos se introdujeran en el hábito del cuidado de sí i abandonaran su tosquedad. Que además de compartir la pasta de dientes, usaran la crema para las patas de gallo acercó a algunas parejas, mientras que otras empezaron a acentuar su conflicto al competir en vestuario. Desde entonces los Cristiano y Neymar, los Johnny Depp, e incluso los Albert Rivera, han utilizado sus cuerpos como un plus para sus carreras, y curiosamente, lejos de restarles credibilidad -como les ocurre a ellas-, han ascendido al trono contando con el favor del público.
La guardaespaldas / Danae Varufakis
Mucha testosterona y cilindrada aparcada frente al BCE, pero, como suele suceder, tuvo que ser Danae Varufakis, la mujer del ministro de finanzas griego, artista conceptual y propietaria de bellas mansiones en las islas de las ninfas, quien evitara que la sangre llegase al río. Hace unos días, en un restaurante del rojo barrio ateniense de Exarchia, un grupo de jóvenes descritos como “anarquistas” increpó a la pareja y les arrojaron vasos y otros objetos de cristal. Yanis, escorado y amortizado por Tsipras, no ha podido convencer a Merkel de la fiabilidad de Grecia, ni a sus votantes de la amnistía fiscal, ni pudo disuadir a sus agresores. Danae lo abrazó, exponiéndose como escudo. Ahora se entiende que Varufakis no quiere guardaespaldas.
Vida de célibe / Colin Farrell
Estuvo tan breve como felizmente casado, aunque la ceremonia -celebrada en una playa en Tahití- no fuese más que una gamberrada de vacaciones; tiene dos hijos con dos parejas distintas y se le ha relacionado con mujeres tan polémicas como espectaculares, desde Angelina Jolie a Paris Hilton, Lindsay Lohan o Demi Moore. Ahora confiesa a la revista Style: “No hay ninguna mujer en mi vida. Hace ya cuatro años que no tengo una cita”, y pone las excusas de siempre: el trabajo, los niños… Su renuncia al amor resulta puro exotismo en la era de la monogamia sucesiva. El actor irlandés olvida las palabras de Thomas Love Peacock, más recordado por su amistad con Shelley que por sus obras.
Llanero solitario / Ángel Gabilondo
Es sin duda el candidato más socrático al que los ciudadanos podrán votar en mayo, y se le distingue a leguas de tantos de sus colegas. “Las convicciones no son estados de ánimo”, dijo en televisión, preciso en sus sofismas. Aunque asuma que este es un compromiso de recorrido, pocos le ven como Presidente de la Comunidad de Madrid. Probablemente, lleva su paradoja a cuestas: ¿la rectitud y la capacidad no cotizan al alza? Puede que no. Pero, por mucho que uno quiera evitar el barro del lodazal sin tomar “partido hasta mancharse”, como diría Celaya, no se hace sino política de salón. Eso sí, arropado no ya por los de la ceja sino por los del seso, de Emilio Lledó y Fernando Vallespín a Núria Espert, Caballero Bonald o Manuel Vicent.
(La Vanguardia)