Jean-François Fogel
Un amigo me manda el enlace hacia una excelente infografía del diario Boston Globe: "¿Cómo echar la siesta?" Sólo los norteamericanos, obsesionados con la idea de la enseñanza de técnicas, pueden creer que uno aprende a hacer la siesta. En inglés, se dice nap. No se duerme la siesta, se coge: to take a nap. La duración ideal es de 26 minutos para un astronauta de la Nasa. Se puede alcanzar los 90 minutos y el mínimo es de 20 minutos. Según la infografía, lo mejor para la siesta viene después del almuerzo, en horas variables según la hora del despertar en la mañana.
Lo único que me molesta en esta infografía es una palabra, una sola: siesta. The perfect siesta (la siesta perfecta) dice el dibujo en lugar de utilizar la palabra inglesa nap. Una siesta, según el Diccionario del español actual (Aguilar) es "un rato de descanso o de sueño después de la comida del mediodía". Mi Dictionary Webster’s no dice otra cosa (lo traduzco): "un descanso o un sueño del mediodía o de la tarde como se toma en España o en América Latina". En el mismo Webster’s, un nap es "un período de sueño durante el día", en cualquier momento. Un nap no es una "siesta". El Diccionario de la Real Academia de la Lengua, lo pone fuera de duda; dice: "siesta: sueño que se toma después de comer." Al dormir antes de la comida uno se echa la "siesta del carnero". Nada que ver. Y la siesta es una palabra universal en el mundo hispanohablante pues no figura en el Diccionario Panhispánico de Dudas.
Ahora, de dos cosas una: o tengo toda la razón en sospechar que el uso de la palabra siesta tiene que ver con el autor de la infografía, Javier Zarracina, excelente profesional español que trabaja en el Boston Globe o debemos aceptar la terrible realidad: los "hispanos" sólo toman un rato de descanso después del almuerzo, una merecida siesta, cuando los anglosajones lo hacen a lo largo del día alternando el uso del nap y de la "siesta". ¡Qué injusticia!