Jean-François Fogel
La revista americana, la más vieja de EE.UU. (nace en 1857), tiene ahora muchos méritos en su versión internet. Es de acceso libre, ofrece archivos y también deliciosos artículos como el último de Nicholas Carr, el artículo de portada: Is Google making us stupid? que da mucho para pensar. Todo es excelente en este artículo que vincula el uso del motor de búsqueda Google con una estupidez creciente. Lo mejor, claro, es la transparencia de la proposición: al usar Google de manera repetida, perdemos la capacidad de realizar lecturas a fondo, hundiéndonos en el pensamiento y la escritura de un autor.
Las citas son exquisitas y apoyan la tesis de una manera a la vez culta y poco pedante: un diálogo entre una computadora y un ser humano en 2001 Odisea del espacio, una referencia a Maryanne Wolf, autora de un libro sobre la lectura y la fisiología del cerebro, un relato sobre el uso de la máquina de escribir por Nietzsche, una cita de Fedra de Platón. Lo de Nietzsche es ineludible pues es la historia de las preguntas del escritor alemán sobre la relación entre el pensamiento y la tecnología utilizada para expresar el pensamiento. Como ensayo, el artículo es una pieza perfecta, redonda y que no olvida la referencia al personaje clave del momento: Gutenberg.
¿Vivimos con Internet y su parafernalia de herramientas otro capítulo de la historia humana después del capítulo que corresponde a Gutenberg y la imprenta? La pregunta, para Carr, es muy válida. Es decir, Carr responde de manera positiva, pero su respuesta es innovadora. Lo que él explica muy bien es lo siguiente: recibimos de Gutenberg la posibilidad de un pensamiento a fondo, una acción vertical para penetrar un problema o una obra; con el motor de Google tenemos la oferta del pensamiento horizontal, de las ideas que abrazan a todo sin entrar en nada. Y como prueba de lo que acabo de escribir puedo ofrecer más de 500 comentarios del artículo de Carr destacando una reflexión de Juan Freire. Nunca hemos tocado tanta superficie en la inteligencia humana sin saber lo que lleva dentro.