Jean-François Fogel
En 1967 tenía veinte años y no sabía nada de la existencia de un autor argentino llamado Ricardo Piglia. Hoy, el mismo Piglia, que me encantó con su ensayo El último lector, reedita su primer libro, publicado en 1967, La invasión. Leer una obra publicada hace cuarenta años no me plantea ningún problema. Lo que me perturba es la buena fe de su autor en el momento de entregar la supuesta “reedición” de su obra. Contaba con diez cuentos, ahora son quince y los de la edición original pasaron por “modificaciones y algunos ajustes”. Pero Piglia publica el libro como si no hubiera pasado nada, no cambia su título y pretende que sea la misma obra, hasta niega la posibilidad de un progreso en su prólogo. Para él, La invasión es La invasión.
“No me parece, dice, que un escritor escriba mejor a medida que avanza o que mejore con los años (a menudo es más bien al revés). A la larga pensamos que escribimos distinto y siempre escribimos del mismo modo, con los mismos errores y los mismos –escasos y siempre sorpresivos- aciertos”.
Es una visión de la creación ubicada en la eternidad, aún más, de un autor estancado fuera del tiempo, que no se compagina con la sensibilidad política y social de Piglia. Varios cuentos se ubican en momentos históricos precisos: un bombardeo, un náufrago, el asesinato de un caudillo, ciertas acciones en contra de Perón. El lector siente una presencia de la historia y adivina que estos episodios no se miran ahora como hace cuarenta años. Es difícil creer que este cambio no modifica al autor. Cuarenta años es mucho.
“Escribía muy bien en aquel tiempo, mucho mejor que ahora” llegó a decir Piglia en una entrevista apasionante para la revista Ñ. No lo creo. No creo que el libro publicado (¿reeditado?) por la editorial Anagrama, con una fotografía hermética de Cartier-Bresson en la portada, se pueda confundir con la obra original. Al descubrir que “escribía mucho mejor” antes, un autor no se dedicaría a reescribir una vieja obra, más bien, la respeta y la reedita tal cual. Creo, tal como lo dice el título de su entrevista, que Piglia vive en “La ilusión de la escritura perpetua”. Una obra cerrada le parece insoportable. En el fondo es un escritor puro: desafía al tiempo tanto en el fondo como en la forma.
Al comienzo de su mejor novela, Respiración artificial, un narrador llamado Renzi cuenta que acaba de publicar su primer libro. Y, claro, unas páginas después viene la crítica de la obra. Pero el problema no es mejorar esta obra. Es resolver la relación entre una obra y el contexto histórico de su lectura y analizar la permanencia de aquella relación a lo largo del tiempo. Al final del libro, un personaje (Tardewski) dice: “… si uno tuviera que nombrar al autor que más se acercó a tener con nuestra época la relación que con la suya tuvieron Homero, Dante o Shakespeare, Kafka es el primero en quien se debe pensar”. ¿Tiene Piglia con su época la relación que tenía hace cuarenta años? Adivino que es la pregunta, cuya respuesta desconozco, que le autoriza para pretender que La invasión 1967 es La invasión 2007.
PS: En La invasión, Renzi, el mismo Emilio Renzi de Respiración artificial, es protagonista de varios cuentos. Esto quiere decir que el autor no se encuentra solo para desafiar al tiempo. Con relación a la calidad del libro, me parece prematuro decir ya que es una obra excelente. Sería mas prudente esperar la próxima edición, la del 2047, para pronunciarme.