Jean-François Fogel
Hoy por la mañana pasé una hora leyendo los blogs de Venezuela sobre el racionamiento de los alimentos. Cuando el petróleo vale más de cien dólares por barril, la República Bolivariana se dedica a definir una canasta de dos kilos de alimentos básicos por persona y por semana. Oficialmente se trata de eludir una doble visita de un consumidor o la llegada simultánea de todos los consumidores en búsqueda de caraotas (que son granos negros), frijoles, arroz, carne, aceite y leche. En realidad hay que crear la repartición igualitaria de las penurias. La medida sólo afecta a los 4.700 "mercales" (tiendas subvencionadas por el estado) y 2000 "PDVales" (tiendas de la compañía petrolera que se dedicarán a importación y distribución de comida) pero todos saben que son las fuentes principales del mercado negro donde precios y cantidades no son regidos por el estado.
Es una historia económica apasionante. Hay blogs como éste, con vídeos, blogs de puro texto, foros, o por supuesto el excelente portal chavista Aporrea donde se ven síntomas del odio más fuerte con denuncias de personas o de privilegios o la existencia de rumores como la venta de leche radioactiva (que viene por supuesto de Bielorrusia un aliado del comandante Chávez)
Aporrea publica textos con títulos formidables como este "Aporte para la determinación de los lineamientos metodológicos para la formulación de los programas de gobierno de las alcaldías y gobernación del estado Bolívar" cuya fraseología recuerda a lo mejor de la burocracia cubana. En el racionamiento venezolano, de hecho, todo recuerda a Cuba a principio de los años 60: se trata de una operación limitada, que sólo afecta a una parte de la red de distribución. Ya conocemos esta historia. Medio siglo después, en Cuba, al escuchar el discurso del nuevo presidente del Consejo de Estado, Raúl Castro, el mismo problema queda pendiente: la comida del pueblo. En el caso de Venezuela la audacia es semántica se crea una "cartilla de racionamiento", suma diferencia con la "libreta de racionamiento" que se utiliza en la isla.
Ahora bien, propongo que sin demora busquemos una tercera palabra, pues Bolivia es un serio candidato para la misma política a medio plazo. Su gobierno acaba de prohibir la exportación de alimentos. El presidente Evo Morales, de muy buena fe ha dicho que se trata meramente de "garantizar la alimentación familiar». Ya sabemos que todos los intentos de manejo estatal de la distribución han sido fracasos. Es la historia de las economías socialistas resumida para mí en una adaptación para el teatro de la novela El maestro y Margarita de Bulgakov presentada a principio de los años 90 en La Habana. Eran horas sumamente negras en la capital cubana, con una escasez insoportable en la caída del campo socialista. Uno veía a sus amigos perder peso un día tras otro. Y Fidel seguía hablando de su alternativa "socialismo o muerte" (valga la redundancia, era el análisis más común de su lema). Recuerdo muy bien la carcajada fenomenal en el teatro cuando unos de los actores pronuncio una frase definitiva: "el experimento fracasó pero la idea sigue siendo buena."