Jean-François Fogel
Se publican dos críticas, casi a la vez, sobre el Borges de Adolfo Bioy Casares. Una firmada por David Gallagher, en el Times Literary Supplement; otra de Juan Villoro en Letras Libres. Ambas son de altísimo nivel, con visión y numerosas referencias. Ambos autores hicieron lo que no hice todavía: leer por completo un monumento de más de 1.660 páginas. Ambos textos apuntan al paralelo entre la relación Borges/Bioy y la relación Samuel Johnson/James Boswell.
¿Podemos poner al Borges de Bioy al lado de Vida del doctor Samuel Johnson de Boswell? Ambas críticas contestan de manera afirmativa. “Borges encuentra su Boswell” es el título de la crítica de Gallagher. “Bioy does seem consciously to have cast himself in the role of Borges’s Boswell” (parece que Bioy se atribuyó de manera consciente el papel de Boswell de Borges), escribe el crítico inglés. Por su parte, Villoro cuenta cómo Bioy, durante una visita a México en 1991, se dedicó a explicar “una paradoja: Johnson le parecía un autor más importante, pero prefería leer a Boswell”. En este momento, Bioy soñaba con el papel de Boswell, pues ya había acumulado una montaña de notas sobre Borges sin revelar su actividad, tal como Boswell se dedicó a recopilar el más mínimo dato sobre Johnson sin decir nada de su trabajo de espía.
"Con la excepción de Lennon y McCartney o Laurel y Hardy es difícil pensar en asociaciones artísticas más fecundas en el siglo XX e imposible dar con otra más duradera" opina Villoro. La verdad es que los dos argentinos tienen una maldad insuperable cuando se trata de hablar de otros escritores, con clara ventaja para Borges en el arte del desprecio. Las muestras del arsénico borgesiano elegidas por Villoro son francamente para morir de la risa. En un momento de suma hostilidad hacia los españoles, Borges llegó a hablar de un encuentro con un “español antropomorfo”.
Tanto Bioy como Boswell arremetieron con entusiasmo en contra de sus respectivos maestros, hundiéndolos en sus detalles mezquinos, manías y rasgos insoportables, pero no se puede hablar del siglo XVIII en Inglaterra sin pensar en Johnson gracias al libro de Boswell. No estoy seguro de que Bioy ayudó a Borges de la misma manera con relación al siglo XX, aunque tenemos a su Borges para ratos. El “Borges come en casa”, que es la frase más común de Bioy, ubica a veces su obra en una especie de relato doméstico, pero no podemos negar que se trata de uno de los grandes testimonios literarios de los últimos tiempos.