Jean-François Fogel
Ayer, jueves, en Francia, hay huelga de los transportes colectivos para denunciar el aumento del número de años de cotización necesario para cobrar del estado una pensión completa de jubilado (pasa de 40 a 41 años, pues la población envejece y aumenta su proporción de jubilados). El miércoles los pescadores provocaron manifestaciones para denunciar el aumento del precio del combustible (según la cotización del barril de petróleo calidad Brent en Nueva York). Hoy, hay amenazas de piquete de camioneros en carreteras y autopistas, también para denunciar el precio del combustible. "Tenemos una arma masiva, el camión" acaba de decir el líder del gremio de transportistas (no ha dicho arma de destrucción masiva pero esto no le quita nada a la voluntad de cortar el tráfico de manera ilegal).
Francia es un país donde se producen huelgas y retenciones de carreteras para denunciar la demografía del país o la situación del mercado mundial de las materias primas. Francia es un país de excesos, un país bling-bling. Es una expresión que está en todas partes y ahora es la manera más común de calificar a su presidente, Nicolás Sarkozy. Se le tacha de ser un presidente bling-bling. Lo que necesita unas explicaciones. Bling-bling es una canción de rap, obra de BG, miembro del grupo Cash Money Millionaires. Nadie se acuerda de la canción creada hace diez años pero se quedó su título: bling-bling. Se supone que la repetición de la silaba bling se parece al ruido de la joyería barata, cadenas, aretes, relojes, anillos desplegada por los cantantes de rap de los años 90. Sarkozy no lleva esta parafernalia pero su gusto por los relojes Rolex, las gafas Raybann y su obvio placer a tener a su lado a la modelo Carla Bruni como esposa justifica para muchos el uso del adjetivo bling-bling como algo acertado cuando se trata del presidente.
Acabo de comprobarlo ayer por la mañana al visitar una oficina de hacienda (en el distrito IV de París) para hablar de mis impuestos. Había carteles que indicaban una huelga y al preguntar el motivo a un empleado entablo un diálogo cargado con un lapsus:
– nous sommes en grève contre la sexualité bling-bling.
– c’est quoi la sexualité bling-bling?
– non, nous sommes en grève contre la fiscalité bling-bling.
– c’est quoi?
– C’est la fiscalité de Sarkozy.
Incluyendo al lapsus del empleado que confunde al principio sexualidad y fiscalidad, el diálogo se traduce así:
– estamos en huelga en contra de la sexualidad bling-bling
– ¿qué es la sexualidad bling-bling?
– no, hacemos la huelga en contra de la fiscalidad bling-bling
– ¿de qué se trata?
– es la fiscalidad de Sarkozy.
Mi pronóstico: a largo plazo tendremos un piquete en una carretera para denunciar la belleza de la esposa del presidente (y de manera subliminal a la sexualidad bling-bling que se atribuye al presidente). ¡Que país!