Javier Rioyo
Unas semanas después de estar su cuerpo repartido por las tumbas, los nichos, que muchas veces son las librerías, encuentro el último libro de uno de los escritores europeos más inquietos y viajeros, Cees Nooteboom. El último que yo conozca traducido al español. Un libro ilustrado, casi un coffe book, pero un libro lleno de verdades finales. De historias literarias. El libro es sobre algunas de las tumbas de poetas y pensadores que el escritor holandés ha visitado. Otro hermoso libro de la editorial Siruela. Un peregrinaje que vengo haciendo desde que me escapé por el mundo, sus polvos y sus amores. Me gustan las tumbas. Me gustan los cementerios. Sobre todo cuando no son industrias de sacar dinero a esos crédulos que los católicos. Aunque también me gustan muchos cementerios católicos.
La portada del libro es una tumba estrella, aún diría más, es un tres estrellas michelín de los cementerios: el Pére Lachaise, y la tumba de Proust. La lista de escritores es larga y emocionante que comparten espacio con Proust. Solo comparable con la de otro de las estrellas de cementerios, el de Montparnasse. Con las tumbas de tantos que siguen vivos en nuestras lecturas, con la botella de absenta sobre la tumba de Cortázar.
Nootebom pasea por otros cementerios más pequeños. Como si fueran espacios secretos de un gran gourmet se para ante la tumba de Machado en Colliure, una de las más emocionantes que conocemos. No tan lejos de otra que nos conmueve, la de Walter Benjamín, en Port Bou. También se detiene ante una tumba sencilla, modesta, campesina en uno de los paisajes más hermosos del mundo, la de Robert Graves en Deia, en su pueblo mallorquín dónde vivió, supo descansar y decir adiós a todo eso.
Nunca había pensado dejar mis restos en algún lado pero cuando recuerdo el barranco dónde estarán los restos de Federico o pienso en las cenizas esparcidas de Virginia Wolf en ese jardín de un lugar de Sussex. Incluso cuando veo la tumba sin símbolos y con nombre de tantos que quise, que sigo queriendo, pienso que después de morir habrá que elegir el lugar dónde quieres seguir estando. Lo estoy pensando.