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Blogs de autor

Salvajes, sentimentales, canallas y soñadores

Por 30 de junio de 2008 Sin comentarios

Javier Rioyo

Me conmueve el individuo. Me aterran las masas, aunque a veces me diviertan. Las masas me gustaban  cuando creíamos en los cuentos de hadas del socialismo. Ahora solo creemos en las hadas. Algo en la suerte y en el fútbol. El mejor de los juegos para mostrar lo peor de nosotros mismos. Lean la ironía de Nick Hornby en su útil manual de navegación por los fanatismos futboleros: "Fiebre en las gradas". Es mucho más fácil saber ganar. No todos los futboleros tienen el talante tranquilo de Javier Marías, aunque no disimule sus pasiones. Para sobrevivir campeonatos, triunfos y derrotas, son muy aconsejables sus escritos sobre los salvajes y sentimentales de el deporte rey. A Marías le gusta el fútbol porque, entre otras cosas, es "la recuperación semanal de la infancia". No solo con lecturas conseguimos recuperaciones infantiles.

La clase obrera hace tiempo se dio cuenta que no iría al paraíso -no todos, siempre queda un retén de desinformados-  decidió ir al fútbol. Así el fútbol es un paraíso que también lleva dentro un infierno. Eso es justicia poética. En estas tardes de fútbol y amigos recordamos a Ángel González, un excelente fingidor hasta cuando nos enseñaba su sonrisa, cuando decía que lo suyo no era nada grave. Ángel ante nuestras vociferantes razones y nuestras pasiones patrióticas- aunque llevaran la bandera tricolor- sabía mantener una irónica distancia. Tranquila manera de esperar el triunfo de los suyos: cualquiera menos España. Era su forma de vengarse, su manera de hacer contra épica en un país de fanatizados de banderas con toro. No llegó a ver las eufóricas jornadas en Colón.

Todo pasa, la "plaza roja", ¡ay!, volverá a ser la que fue. Deseo que un poco más centrada. Que cuando vuelvan los de los vivas a España, como dice Marías, no parezcan una mezcla de "Espada" y "Guadaña". Seamos menos tensos. Viva España manque pierda. Menos gritos y menos bombo.

Una España razonable, amable y húmeda. Un poco de disparate, algo de erotismo, un cabaret popular con música y muslos que amansen a las fieras de la ciudad y a las que llegan para  la Expo. Una de las mayores alegrías- además de la obra de ese genio de pueblo y cosmopolita que es Patxi Mangado, con su  bosque acuático, su nobleza de sombras su  arboleda recuperada que tiene una peculiar belleza telúrica, tan misteriosa como un bosque – es la reapertura del zaragozano "El Plata". Cabaret del pueblo, buen sitio para brindar por la memoria de Salvador Allende. Es su centenario, y la documentalista Carmen Castillo -aquella revolucionaria que se parecía a Romy Schneider- ha venido a recordarnos unos tiempos en que los estadios de fútbol  fueron cárceles. Que ni la derrota, ni el triunfo, nos permitan el olvido.

Artículo publicado en: El País, 29 de junio de 2008.

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POST  DATA:

El texto naturalmente está escrito antes del triunfo. Antes del triunfo final, quiero decir, porque ésta atípica selección ya había triunfado como nunca en su historia. Me gusta el fútbol pero nunca me había emocionado la Selección Española. Mi patria es, o era porque ya tengo fisuras patrióticas, el Atlético de Madrid. El club dónde creció como futbolista el "niño" Torres. Anoche me volví a encontrar con lo peor de mí mismo. Con un fanático que tengo más o menos domesticado en tiempo normal. Me salen los gritos, los insultos y hasta el orgullo del ganador. No llevo todavía bien lo de la bandera, aunque admito la constitucional. Yo llevo mi particular andera de nostalgia republicana. ¡Tan española! Los vivas a España tienen muchos tonos. Algunos no me disgustan pero no participo del grito de alegría españolista. No tengo ningún nacionalismo, aunque me gusta sentirme y ser español. Algo que no  es fácil, que nunca lo fue, que quizá nunca lo llegue a ser.

Debajo de mi casa, por la Plaza de Tirso de Molina, desfilaron con canciones, banderas y camisetas rojas de la selección, un grupo de animosos, cantarines y eufóricos africanos, cantando, bailando y dando vivas. Seguramente tienen empleo precario, no tienen contrato de trabajo, están pagando el viaje que hicieron en la patera…y sin embargo, el fútbol, la selección les hizo sentirse más españoles que nunca. Esa es la mejor cara de la victoria.

La peor: unos jóvenes, con banderas preconstitucionales, unos fascistas, unos ignorantes franquistas que no conocieron el franquismo, gritaban ¡Arriba España! Y hacían sonar aquél himno, El cara al sol. Los cretinos se alimentan de éstas victorias. Su bandera era la bandera de muy pocos, sus himnos son restos de un enorme naufragio. Su presencia debería ser entorpecida para la feliz convivencia de la mayoría.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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