Javier Rioyo
¿Qué hablan y predican en mi nombre? Es una de las interrogantes de un al Jesús. Nacido en Nazaret, judío, más pobre que rico y sobre el que, desde hace un poco más de dos milenios, se han montado toda clase de mentiras, imperios, negocios, represiones, miserias, muertes, obras de arte, fanatismos, sexo oculto y cintas de vídeo. El cuento de nunca acabar. Eso sí, muy bien pensado, escrito, corregido y aumentado. Todo un tinglado sobre "ese" imaginario que sacan en procesiones, entierran, desentierran, lloran, cantan y bailan muchos que viven del miedo, la limosna y el morro. Mucho morro.
Como no quiero condenarme, no quiero seguir soltando por mi boca más fáciles, repetidas y previsibles opiniones- ellos las llamarían "blasfemias"- y dejaré que sea un ilustrado, culto, experto e irónico erudito llamado José María Prieto. Catedrático en Psicología, científico de las religiones, autor de "haikus" y erudito en imaginaciones y sensibilidades diversas, sea el que diga cosas. Algunas de las muchas que cuenta, en verso libre y en su libro: "Jesús nunca fue cristiano". Un texto no sagrado y muy venerado por mí en días y noches de mi paganismo. Que perdone mis pecados y que no me ponga penosa penitencia por extractar el penúltimo poema de su libro dedicado a mis admirados Casiodoro de Reyna y Cipriano de Varela.
"Jesús, de Nazaret
…Nací y me crié en Nazaret, en la pobreza,
un chicarrón del norte galileo,
una ocurrencia literaria mi nacimiento
en Belén,
al sur
de Jerusalén.
Poco o ningún caso les hice a mis padres,
en mi entorno, los familiares, cuanto menos
mejor…
Ni afirmé ni negué ante Caifás que fuera el Mesías:
dar una larga cambiada no es blasfemia.
No inicié revuelta alguna contra los romanos,
ví a Pilatos lavarse las manos y pensé…
se acabó este lío.
Por eso en la cruz, en arameo,
pedí a Yahvé una explicación.
Resucitado me vieron las mujeres, los apóstoles, los discípulos,
y mucho más tarde Pablo,
y todos los que han querido verme y comerme,
al partir el pan y beber vino como lo hice yo en la Última Cena.
Quiero saber algún día
quién es ese Cristo al que rezan los cristianos,
del que hablan y predican en mi nombre,
tampoco sé nada de ese que llaman Jesucristo:
el culto que le rinden se parece al que profesan
los romanos al divino emperador.
Yahvé sólo hay uno, entre Yahvé y uno mismo,
nadie …ningún intermediario,
basta y sobra con recitar cada día el padrenuestro,
la oración que aprendí y enseñé a todos.
Ni en sueños fundé una nueva religión"