Javier Rioyo
"Cuando tan torpe la razón se halla, mejor habla, señor, quien mejor calla". Esos versos de Calderón definen a un personaje que calla. A un pobre hombre de cuneta, un campesino, un obrero, un pobre español que es el protagonista de una de las mejores novelas españolas de los últimos tiempos. La novela se llama "Ojos que no ven", el autor J. A. González Sainz, no es nuevo entre nosotros pero no deja de ser cada vez más imprescindible. Eso sí, para los que les importe nuestra historia además de para todos los demás que les interesa la literatura.
Cuenta, desde Trieste- la más literaria de las ciudades italianas- historias de un tiempo, de éste país. De aquél tiempo de los pueblos abandonados y de éste tiempo de la recuperación de la memoria de los perdedores. Pero la novela va más lejos, más profunda, más emocionante. La discreta vida de Felipe Díaz Carrión, sus silencios, sus caminos al margen, su paciencia, su conocimiento del campo, del nombre de las cosas del campo, de las aves y de las plantas, su saber esencial de la dignidad, su memoria de los hombres buenos, su ética y su estética, son un retrato de lo mejor de un país pobre, algo así como España de la posguerra. Después vinieron las emigraciones. Y los discursos de los fanáticos. Los engaños, la manipulación y el miedo. También es una novela sobre la infamia y la cobardía. Una novela sobre el odio. Sobre el sinsentido del discurso del miedo. Una novela sobre la familia, el amor y el desamor. Sobre el pasado de un padre, pobre y digno, un hombre que le tocó vivir bajo la amenaza y la intimidación. Al lado de la ignorancia y la bravuconería. Un hombre que no se dejó engañar, que no se engañó. La emocionante y desnuda historia de un perdedor que conquista el poder vivir sin la vileza de los nuevos zoquetes. Vivir sin matar. Una novela que habla de España. De Castilla y del País Vasco. Del ser humano y de algunos seres inhumanos, perdidos en su propia seguridad. Atados, presos de sus pistolas.
La novela, la historia de ese padre que lleva orgulloso a su hijo en bicicleta, no se puede dejar de leer. Una historia que atrapa desde las primeras líneas, que nos hace recorrer sus caminos y nos lleva a los abismos de lo mejor y lo peor del ser humano. Como decía la amiga María, una novela para recuperar- a pesar de sus dolores narrados- la necesaria "joie de lire".
Quince euros, tres horas y una emoción que les perseguirá mucho tiempo.