Javier Rioyo
Así pretendió desde sus orígenes el poeta Caballero Bonald que fuera Campo de Agramante, revista cultural que nació a la sombra de su fundación, en Jerez de la Frontera. Efímera, desde luego al celebrar sus primeros diez años, ya no conseguirá serlo. Lo efímero no se dilata tanto, no resiste el paso de los años. ¿Y municipal? ¿Por qué ese desprestigio de lo municipal? Será que lo municipal nos recuerda a los guardias, los alcaldes, los pequeños casinos y esas revistas, publicaciones y mamotretos que suelen subvencionar las Diputaciones Provinciales para contentar a los recaudadores de votos.
Alguna vez escuché que alguien proponía para terminar con nuestros desencuentros históricos que en vez de ser una España de las autonomías fuéramos una España de los municipios. Y creo que aún así nuestras desavenencias y desencuentros no tendrían solución. Ni proponiendo una España de barrios. Yo no me fío de la mayoría de los de mi barrio, ni me siento muy unido. Vamos, que no conozco a la mitad de mi escalera, ni me importa, como para pensar en barrio, municipio, provincia, autonomía, estado. Eso me suena a propuesta falangista.
Ahora entiendo que Caballero Bonald no quiera que la revista tan abierta, aunque inevitablemente minoritaria, sea poco municipal. Será jerezana porque la paga el ayuntamiento, la caja de ahorros de la zona, la diputación o los que sean pero, estando bajo la vigilancia de Caballero Bonald, nunca será municipal. Podría haber sido efímera, pero como no quiere ser popular, como no compite nada más que por su deseo de excelencia, de minoría por alejarse del populismo, es posible que tengamos esta revista discretamente universal y cosmopolita, fabricada desde una casa del municipio de Jerez.
Espero seguir brindando por revistas como ésta.