Javier Rioyo
Uno nunca sabe quién está al otro lado. Incluso no sabe si alguien estará interesado por los pensamientos dispersos, las ideas volanderas, las propuestas de ver, mirar, escuchar o ignorar algo. Esto de un blog es algo muy extraño. Mucho más si no estabas acostumbrado al orden que impone un diario. Me gusta meterme en los diarios ajenos como me gustaría haber mirado por la cerradura de la habitación de Ava Gadner y Frank Sinatra. Aunque mucho más me hubiera gustado ser Sinatra, con la Mafia y toda la familia incluida, Mia Farrow, especialmente.
Hoy, en la presentación de un libro de Julián Rodríguez- uno de los autores y editores que más me interesan, uno de los más peculiares, libres y verdaderos que se mueven por éste campo de rastrojos que es la literatura española y del que hablaremos un día de éstos- he coincidido con amigos de lecturas, copas y algunas guerras pasadas. Varios mantienen un blog, algunos ya son verdaderos veteranos en esta forma de estar cerca y lejos de gentes que no conocemos. ¿Quiénes son? Si es que son. Y, ¿cómo son los que nos dicen cosas? Y, ¿cómo serán los que se callan?
Los amigos con "blog" tienen, tenemos, un miedo compartido. El miedo al vacío. El miedo a no tener diálogo, respuesta. No tener ni amigo, ni contrincante. Con esa sensación, con ese miedo, habrá que seguir escribiendo, siempre preocupados que nadie nos conteste. También sería preocupante que hubiera muchas respuestas. Esta claro que lo mejor, en estas cosas del hacer para fuera, sería no hacerlo. Pero seguimos, no sabemos bien por qué. Ni para quién.