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Miedo a escribir

Por 27 de noviembre de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

Estoy leyendo al muy querido periférico llamado Fogwill -gracias, Julián Rodríguez- que acaba de publicar entre nosotros Help a él. Una vez más me seduce y me atrapa la obra de este raro que nos hizo conocer Vila-Matas.

Y he recordado aquella cita de Fotwill que recoge el Bartleby de Vila-Matas: "Escribo para no ser escrito. Viví escrito muchos años, representaba un relato." La cita, que es más larga e interesante, volvió a mi memoria al conocer la noticia de la muerte de un hombre que pudo haber escrito mucho, que así lo reclamamos quiénes lo conocimos, que era un libro por escribir y que terminó casi sin escribir, Emilio Sanz de Soto. Recuerda Molina Foix, que Emilio fue "un genio oral". Otro de los subyugadores de la palabra, de la memoria que se muere este mes de tantas muertes. Noviembre sí es el mes más cruel.

Murió Emilio en silencio, como un buen Bartleby. Murió el tangerino más singular, simbólico y metafórico de esa ciudad abierta y sin sacristías. Un español razonable, moderno, cosmopolita, curioso que no quiso escribir su vida. Ni la vida de los demás -de los muchos interesantes que conoció en vida-de los que pudo haber contado tantas cosas. Todo, casi todo, lo que vio y vivió prefirió callarlo. No ocultarlo. Lo contaba en su casa llena de libros, fotos, fetiches y recuerdos pero no quería escribirlo. Preferiría no hacerlo. Y no lo hizo.

Conseguí que hablara ante cámaras. Que hablara de él. De su vida en aquella ciudad mítica que fue Tánger. De sus relaciones con Truman Capote, con los Bowles, Gore Vidal o Tennesse Williams. De su amistad con Ángel Vázquez, Buñuel, Cecil Beaton, Ángel González, Pepe Hernández o Carmen Laforet. Conseguí que con su amigo, su cómplice, el nervioso y vital decorador, Pepe Carleton, evocaran momentos de una vida que ya no podía volver. De unas voces y unos ámbitos que pertenecieron a lo mejor de un mundo que tuvo mucho de juerga culta, de fiesta civilizada, de desmadres elegantes, de osadías privadas.

Excéntricos y cultos, algunos hicieron muchas cosas, otros, como Emilio Sanz de Soto, prefirió no hacer demasiado. Vivir, recordar, contar y callar. Ser parte  un relato que no escribirá él. Ser una novela que no le importó que escribieran los otros. ¿Quién escribirá la vida de estos españoles, de estos dos modernos que fueron la mejor contribución patriótica a una vida sin patria en una ciudad abierta y puñeteramente divertida? Pepe Carretón está vivo. Y nunca escribirá de aquellos días, de aquellas noches. Emilio acaba de morir. Uno de los personajes que merecerían estar en la compañía de Bartleby.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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