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LEOPOLDO MARÍA PANERO, PREMIO CERVANTES

Por 5 de julio de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

“Salí a la calle y no vi a nadie, / salí a la calle y no vi a nadie, / ¡oh, Señor!, desciende por fin / porque en el Infierno ya no hay nadie.”

Ese es un poema de los últimos años 70. Leopoldo ya estaba en manicomios, aunque todavía tenía bastantes posibilidades de escaparse, de hacer una vida bastante enloquecida pero sin tener la frontera de aquellas paredes.

Lo había conocido años antes. En las tabernas madrileñas. En algunas noches de alcoholes, mujeres y alguna poesía. Lo volví a ver en París, sería el año 74. Estábamos por allí felizmente ácratas, descreídos, noctámbulos, cantarines, escuchadores de García Calvo y bebedores de vino no muy caro en aquel bar de Saint Germain des Pres. Alguno vino con la noticia de que los “flics” habían detenido a Leopoldo Panero. Parece que lo habían pillado hurgando en alguna basura y le confundieron con un clochard. Cuando comprobaron que era algo pero, que era un alucinado poeta, la cosa se puso más complicada. Ya estaba en un camino muy peligroso para vivir entre las leyes de los otros locos, los del orden exterior, los que no están en los manicomios.

Después le volví a ver algunas veces. Nunca, casi nunca me reconoce. Una vez, hace ya bastantes años, conseguí un permiso para sacarlo durante dos días de Mondragón. La excusa era una entrevista con Lola Flores en Antena-3. Entonces España y la televisión eran así de surrealistas. Cuando Lola vio al poeta de cara alucinada, de ojos perdidos y palabras ininteligibles -pero tantas veces tan lúcidas, demasiado lúcidas- se negó a cualquier entrevista con aquél que le parecía un enviado del diablo. Lo mismo le había ocurrido con Albert Plá, ¿lo recuerdas Plá? En el caso de Panero fue su hija Lolita la que se atrevió a preguntar algunas cosas a ese poeta al que no entendió nada. Me encantaría rescatar aquellas imágenes. Acabamos un poco hartos del ritmo de coca colas y cigarrillos de Leopoldo. Tampoco era fácil seguir sus palabras, llenas de risas y de iluminaciones.

Siempre he seguido su poesía. No es el poeta que prefiero pero desde aquel camino primero de Swan y un poco después por las calles de Carnaby Street hasta nuestros días, sigo siendo un lector de ese poeta lleno de hallazgos. De luces, de demonios, de infiernos y de ángeles derrotados. Me pondría a la cabeza de un premio significativo para Leopoldo. Y no es el poeta que más me gusta, ni siquiera estoy seguro de que sea el Panero que prefiero, pero si de poetas españoles -y contra España- hablamos, pocos encuentro con más justicia para ser premiado. No será fácil convencer a esa gente. No hay nada más que ver cómo, quiénes y de qué corrientes poéticas son los jurados de los grandes premios. No sucederá el milagro, pero no me parece mal comenzar la campaña. Yo, al querido Leopoldo y a sus seguidores, les prometo que comenzaré la campaña. La próxima semana tendré la oportunidad de proponérselo a la ministra. Ya les contaré. Por ti brindo Leopoldo. Aunque sea un brindis al sol. Un brindis desde las cavernas iluminadas de alguno de tus infiernos.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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