Javier Rioyo
No sabemos mucho, algunos no sabemos nada, de la vida del animal marino que tantas veces nos hemos comido. Es uno de los símbolos de este lado del mundo, es el principal sustento para muchos humanos cercanos al mar o de tierra adentro. El pulpo, como el bacalao, aguanta el tiempo y el clima. Una vez leí un apasionante libro sobre la vida del bacalao y su importancia en el crecimiento de ciudades claves del mundo occidental. El bacalao permitió que el hombre de secano comiera ese preciado alimento lejos de su entorno.
Un estudio de la Universidad de Vigo nos revelará en unas semanas uno de los secretos que rodean a este Octopus vulgaris, ¿cuál es la edad del pulpo? No sabemos, algunos, si ese exquisito compañero de mesas, de barras de tabernas, de días de fiesta es mayor, joven o medio pensionista. Y no sabemos si viven mejor aquí, en las costas gallegas, o en las orillas de Lesbos o en los mares australes. Nos preocupamos muy poco por eso que ingerimos. Apenas nos preocupa su vida, su recorrido, su sexualidad, sus viajes o su muerte. ¿Cuántos años habrá pasado comiendo sardinas -o lo que coma- para llegar a ser ese trozo cocido, cortado, aceitado y salpimentado que me dispongo a comer? Estoy deseando saber un poco más de la vida del pulpo. Tengo un difuso recuerdo de un libro, creo que de Roger Callois, que hablaba de la apasionante vida de los pulpos. Lo buscaré.
El otro día comiendo una anguila en las orillas del Avia recordé la apasionante vida, el maravilloso recorrido que hace este pequeño y carnívoro pez. Desde los ríos gallegos al mar de los Sargazos, cerca de las Bermudas, dónde desovan y mueren. Y desde dónde las larvas vuelven por el camino marítimo de sus progenitores para hacer el recorrido, ser angulas y, con suerte, sobrevivir como anguilas para vivir tranquilas en el río y volver al mar para el camino de vida y muerte. Vida viajera, llena de aventuras y también de hermosos lugares para el reposo.
¿Y la lamprea? ¿Cómo será la vida de la lamprea? Creo que me queda mucho por leer. Necesito unas décadas. Quiero sobrevivir a los pulpos que me tengo que seguir comiendo.
Por cierto, que canción tan bonita dedicaron al pulpo los queridos Beatles. Ahora mismo me voy con su música a tomar una de pulpo. Me quedan minutos de vacaciones.