Javier Rioyo
Recuerdo viajes a la India. Viajes literarios. Del que guardo el mejor de los recuerdos es del "Viaje a India" de E. M Foster. También los viajes con Kipling tenían esa mezcla de exotismo y de occidente. Siempre, casi siempre, he mirado la India desde ese lado un poco nostálgico que tienen los enormes, exóticos y fascinantes países que conocieron la colonización. Y la colonización inglesa fue muy literaria.
Hoy nos llega la imagen de otra India. De un lugar de pánico, atentados, muerte e inseguridad. Fanáticos que no luchan como Ghandi, fanáticos de uno de los dioses que más veces ha sido usado para cometer atentados, para declarar guerras o justificar lo injustificable. "Mientras no cambien los dioses nada habrá cambiado", decía el imprescindible Rafael Sánchez Ferlosio. Creo que no es suficiente que cambien, mejor sería su desaparición. Pero nada se puede hacer por decreto. Y estamos invadidos de dioses. No tantos como en la India, pero también crecen en Occidente.
Acabo de leer una excelente novela de un escritor nacido en India y, como otros de sus conciudadanos de castas superiores, educado entre la universidad de Oxford y la de Columbia. Se llama Aravind Adiga, era un perfecto desconocido y acaba de ganar el Broker Man Prize 2008. Su novela, "Tigre blanco", ya está traducida y publicada por la nueva colección "Miscelánea" de Roca Editorial.
Por muchas cosas hoy recuerdo al escritor y su libro. El escritor vive en Bombay y de cerca estará asistiendo a un terror que seguramente no le extraña tanto. Su novela da pistas del disparate que es la India de hoy. Lo hace desde la ironía, casi desde la picaresca de su personaje central, un poco filósofo, un poco maniobrero, un poco geta y muy listo. Un pobre que quiere dar el salto y abandonar moscas, enfermedades, pobreza y esclavismo.
El llamado "Tigre Blanco" habla sobre su país:
"Entre la gente de mi país, es una antigua y venerada tradición empezar una historia rezando a un Poder Superior.
Supongo que debería empezar besándole el culo a algún dios.
Pero, ¿a cuál? Hay tantas opciones…
Verá: los musulmanes tienen un dios.
Los cristianos tienen tres
Y nosotros, los hindúes, tenemos 36.000.000 de dioses.
Lo cual arroja un total de 36.000.004 culos divinos entre los cuales puedo escoger"
Sigue hablando de su ciudad, una ciudad de medio pelo, construida por hombres a medio hacer. Y ya desde la capital, desde Delhi, reflexiona sobre los mil millones de criados que fantasean con rebanarles la cabeza a sus jefes. O sobre los sueños que unen a los ricos y los pobres: los ricos sueñan estar delgados como los pobres.
Una buena novela sin aromas perfumados, ni palacios exóticos, ni princesas misteriosas. Un libro sobre la India. Ese país dónde viven muchos dioses, dónde mueren muchos humanos.