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La cultura y sus guardianes

Por 29 de febrero de 2008 Sin comentarios

Javier Rioyo

Cuando era pequeño nos asustaban con los "guardias de la porra". Cuando crecí comprobé que aquella porra en manos de un policía del franquismo no era un cuento de miedo, era un golpe de verdad. No he tenido la suerte de normalizar mis relaciones con los guardias, con los guardianes, con los agentes aunque les llamen de seguridad, de tráfico, de urbanidad o lo que sea. Me siento inseguro, incómodo y nervioso ante ellos. He conocido excepciones, pero por lo general no tengo suerte. No nos gustamos.

Hace dos noches llegaba tarde a un recital poético en la nueva sede cultural madrileña de Caixa Forum. Algunos amigos leían su  poesía. Lo hacían con la intención de dejarnos  entrar en ese jardín abierto que es la poesía. También había algún representante del "jardín cerrado", nos alegra porque que en poesía tiene que haber de todo. No pude escuchar a los abiertos ni a los herméticos. Expulsado del jardín.

En la puerta había mucha gente protestando por la rigidez de la entrada, por lo exclusivo de la lectura de muchos poetas que estarían encantados leyendo a plena calle. Dos guardias de seguridad se mostraban inflexibles. No importaba que tuvieras invitación, que quisieras razonar sobre la lectura. Que argumentaras que no es como interrumpir un concierto. Que los poemas duran unos minutos, que el poeta quiere ser escuchado, que no les importaría nada esperar que pasáramos los rezagados. No había manera. Diguem no, pero sin el estilo de Raimon. Los cancerberos fumaban y nos invitaban a no hacer grupos, a desalojar la puerta a quedarnos en la puñetera calle. Protesté. Dije algunas cosas sobre los poetas, los actos culturales y los guardianes. Le parecí "cómico". Así me pretendió insultar ese guardián de la cultura cerrada de ese lugar selecto y catalán en Madrid.

¿Quién nos guarda de los guardianes? ¿Quién en un lugar cultural da las normas, selecciona a los porteros? ¿Qué tiene que ver el arte con los vigilantes?

Han cuidado el diseño, arquitectura notable, interiores modernos, vanguardia y cultura, pintura inevitable, exposiciones que nos engrandecen, otro espacio más para el orgullo de una ciudad, de una zona… todo eso muy bien. Pero, ¿es necesario volver a los guardias de la porra?

Sí es así, por mi parte, se puede ir a la porra ese lugar de encuentros. No tengo edad para peleas tan desiguales.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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