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Blogs de autor

Hablar bien, hablar mal, no hablar

Por 27 de junio de 2008 Sin comentarios

Javier Rioyo

Hace dos noches, la noche anterior a la de la euforia nacional y futbolera, mientras manteníamos la ilusión de que Turquía pudiera vencer al los sólidos y aburridos alemanes, discutía con el poeta y profesor José Luis García Martín sobre de quién, cómo y para qué hablar de algunos escritores, de algunos escritos.

García Martín tiene fama de comentarios muy afilados, críticos y severos juicios contra muchos escritores que no le gustan. Defiende esa libertad de hablar de quién no le gusta. De llenar páginas sobre alguien o algo que no merecen la pena. Es una opción de la crítica, los críticos y los comentaristas. También se confiesa seguidor de algunas páginas que se dedican al insulto y el arreglo de cuentas contra todo lo que nos les gusta o contra lo que ignoran pero creen que no les debe gustar. Incluso confesaba G.M. que él cuando no aparecía criticado en esas páginas sentía que estaba perdiendo importancia, presencia. Todo eso me parecía una mezcla de masoquismo, vanidad y pérdida de tiempo. Sencillamente no me encuentro preparado para esos castigos. Para la crítica, y aún más para el insulto, hay que tener una altura intelectual y moral que nunca encontré en esos panfletos de cotilleo cultural. Perder el tiempo leyendo cómo te insultan, o cómo insultan a otros, ¡qué pereza!

Me hace gracia ese afán de García Martín por acercarse a la parte más innoble, a los márgenes de los cretinos que pierden el tiempo con infamias u opiniones tan prescindibles como esas que no mencionaré. Con su aspecto de chico aplicado, de seminarista aventajado, debe llevar dentro uno de esos diablos que dan un poco de sal a lo correcto y que hacen que se huya del coñazo profesoral. Me parece bien que se entretenga poniendo nombre a las siglas de Trapiello porque -ya lo he dicho, lo he escrito y lo repito- esos diarios son de excelente calidad literaria y de una subjetividad inteligente, aunque muchas veces maligna. Esas intromisiones en las vidas contadas por Trapiello me gustan y no viene mal que hay quién nos interprete a algunos de los actores que se ocultan detrás de esos diarios.

Me reprochaba, García Martín, que yo daba demasiados abrazos. La verdad es que me gusta dar abrazos, incluso besos, incluso más. Y lo que me gusta es elegir a quién me gusta y no perder tiempo con quién no me interesa. ¿Para qué escribir mal de algo que no me gusta? Preferiría no hacerlo. Y no lo hago, salvo en contadas excepciones de las que, casi siempre, me he arrepentido. Al enemigo ni agua. No perderé más tiempo, ni lecturas.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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