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Fugarse con Lope

Por 31 de agosto de 2010 Sin comentarios

Javier Rioyo

 

 

 

Acabo de ver la película "Lope", lo mejor- además de la mayoría de los actores y de devolverte los motivos para enamorarte otra vez de Pilar López de Ayala, sin olvidar pasiones por Leonor Waitling- es el deseo de volver a sus poemas. De saber más de su vida. No cito algunas de sus obras teatrales porque las más conocidas se siguen representando. Es posible que nos falten algunas sorpresas, algunas susceptibles de ser tocadas, y retocadas. Ahora se llama adaptación y ya era un uso común en los tiempos teatrales de Lope. No  es poco que una película nos lleve a un tiempo, a una vida, a un autor y que lo haga sin haber producido sonrojo. No demasiado entusiasmo, eso tampoco. Y no entraré en discusiones menores contra opiniones nimias, para eso no nos desplazamos ni a éste bar.

También en la película se habla de fugas. Y se viven fugas. Hermosas fugas, aunque resulten frustradas. Fugas que están bien mientras duran. Y, naturalmente, en una película sobre Lope no se podría dejar de hablar de "amores adúlteros". Enamoradizo, seductor, tramposo, interesados y sinceros. Amores que no cesaron ni con su decisión de hacerse sacerdote. Con fervor religioso promete abandonar su libertina vida, pero cuando está diciendo misa en un convento, se fuga a otro lugar para seguir sus amores con Marta Nevares. Como muy bien dijo Cervantes "un monstruo de la naturaleza", un hombre en perpetuo estado de pasiones, de fugas al que sólo la muerte consiguió poner freno.

Un hombre excepcional, una vida que no cabe en varias biografías. Y desde luego que poco, muy poco, se parece a la amable imagen de ese joven apasionado y genial de una película. Un autor que escribió demasiado. Sus muchos líos, hijos, mujeres, juicios, destierros y deudas no permitieron que trabajara de forma más profunda lo que hizo con genialidad en extensión. Gozó de popularidad y de dinero pero tuvo que escribir sin parar, deprisa y por la cantidad que le dieran. No tenía agente que le pusiera en el mercado a pesar de que fue el más popular y famoso de su tiempo. Nunca tuvo un mecenas y bien que se lamentó. Un lamento en verso:

 

" Hubiera sido yo de algún provecho

Si tuviera Mecenas mi fortuna;

Mas fue tan importuna

Que gobernó mi pluma a mi despecho…"

 

Hoy hubiera sido el rey del blog, el de todos los premios, el más leído en Internet y el más famoso en las fiestas de sociedad. Pero, como a Miguel, no le hubieran dado el Cervantes. Ni siquiera el Nóbel…bueno el Nóbel sí tiene alguna tradición de golfemia.

Me hubiera gustado ser su amigo. Y a mis amigas les recomiendo que tengan amantes como él. Poco que ver con la película.

 

"…Mas si del tiempo que perdí me ofendo,

tal prisa me daré que en un hora amando

venza los años que pasé fingiendo"

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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