Javier Rioyo
En ese sitio estoy: entre cuernos. No yo que soy un cobarde convicto y confeso, sino mis lecturas. Sobre todo la recuperada del opúsculo de Michel Leiris. Me complace haber recordado a un autor que algunos que por aquí pasean también siguieron, también vuelven con placer a sus elucubraciones, a su peligrosa propuesta de estar en la literatura. Por lo que leo, querido Sánchez Paulete, sí conoció los toros, las corridas en directo- no existía ni el Canal + -y que no le gustaron, pero le impresionaron. Dicen que le pareció “una carnicería repugnante”, pero que asistió al rito como un “testigo deslumbrado”. No es poco premio, no es poca emoción que algo te deslumbre. No estamos tan acostumbrados a recibir deslumbramientos cada día. Por eso pidió el mismo riesgo, la misma emoción, parecidos excesos y sentimientos cuando eres un escritor. También lo podemos pedir como lectores.
Creo que otro día seguiré con tauromaquia y literatura. También, pintura, cine, fotografía, música… esa rareza de la tauromaquia nos deja muchos motivos para volver, para gozar. Ahora, simplemente, copiaré algunas páginas -podían ser otras distintas- del arriesgado escritor francés para que sirvan de ejemplo, de paseíllo de una faena corta y auténtica y también arriesgada (es que el escritor es algunas veces valiente).
Dice Leiris que la tauromaquia “persigue un fin esencial: además de obligar al hombre a ponerse seriamente en peligro (armándole de una indispensable técnica), a no deshacerse de su adversario de cualquier manera, impide que el combate sea una simple carnicería, tan puntillosa como un ritual, presenta un aspecto táctico (poner la bestia en estado de recibir la estocada, sin haberla fatigado, sin embargo, más de lo necesario)…”
Y así la literatura que le importa, la que le interesa es ese género mayor “que comprendería las obras en las que está presente el cuerno, bajo una u otra forma: riesgo directo asumido por el autor sea de una confesión sea de un escrito subversivo, estilo en que la condición humana es vista de frente o tomada por los cuernos, concepción de la vida comprometiendo su postura frente a otros hombres”….Y sigue el texto de “la literatura considerada como una tauromaquia”.
Estoy, a pesar del sentir de muchos amigos, deseando volver a sentir ese peligro, ese riesgo- con reglas- donde en unos minutos un hombre se juega todo… quizá con ventaja, pero con todo el riesgo de poder caer ante un animal con cuernos. Volveré a la plaza de Madrid donde tantas tardes gocé y sufrí… Si por aquí pasa mi desconocida amiga, la lectora porteña que nunca fue a los toros, me encantaría observar sus sensaciones de virgen ante esa brutalidad, y otras cosas, tan nuestra… La tauromaquia como literatura… Qué poco tiene que ver con aquellas cosas que escribió Hemingway. Al que quiero por otros escritos, por otras cosas, por otras tardes.