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El metomentodo y la metepatas

Por 20 de octubre de 2008 Sin comentarios

Javier Rioyo

En la noche del Premio Planeta, con mi ánimo adormecido por la misma ceremonia de todos los otoños, resignado por tener que "informar de la muerte de lord Jim a quienes nunca supieron que estuvo vivo", eso es el periodismo según Chesterton. De eso trata el Planeta: vender muchos libros a los que nunca pensaron en leerlos. Mi ánimo se agitó con la salida a escena, la participación en el juego de ganador y finalista. El guión se había cumplido al pie de la letra, conocíamos a los protagonistas del drama pero no el argumento, ni la puesta en escena. Estos protagonistas van a dar juego.

Fernando Savater es el más acabado modelo de metomentodo de nuestra cultura y alrededores. Metomentodo es alguien "cuyo vigor e interés estriba precisamente en no querer hacer algo como es debido, es decir, exclusivamente". Savater, metomentodo a la manera de Unamuno: ensayista, novelista, dramaturgo, político, más hereje que místico, razonablemente apóstata y más descreído que hombre de fe.

Cuando recibía el premio de manos de la infanta Cristina/Barcelona, la más Woody Allen, la que dejó atrás madrileñas zarzuelas, bien pudo recordar otra Zarzuela: la del hipódromo, donde caballeros y caballos se la jugaban en la curva del Pardo. En el momento cheque de la noche recordé que se filosofa para entrar en las dudas, no para salir de ellas, que ya no se hace ficción por necesidad, sino por dinero. Y sin duda se vive mejor con un buen cheque que con esa fe que te prepara no sólo para ser mártir, sino también un tonto. Y de eso tiene poco Savater. La filosofía sirve para cuestionarnos; el Premio Planeta para comprar una casa. Eso despeja muchas dudas.

Al muy vigorosamente metomentodo de Savater le falta una cosa: la poesía. Algo que parece sobrar a la finalista, esa mujer de La Mancha que no dudó en pedirle en matrimonio -¡es lo bueno de vivir en la España del divorcio exprés! Ya no hay que hacerse el sueco, ni el suizo-, Ángela Vallvey. Ella que fue poeta antes que prosaica, escritora antes que mediática discutidora, no sólo quiere vengarse de algún poeta con su novela -toda novela es autobiográfica- sino que sueña paseos por jardines con el viejo Lara y un autor anónimo llamado Jesucristo.

La noche venía kitsch; el jurado, Pombo dixit, entre la elegía del caballo y la refutación de la poesía. Otro jurado escuchaba atento, silencioso y pálido. Un buen consejero poético de los prosaicos narradores, el maestro Gimferrer, ahora reconvertido en tornado poético erótico y dispuesto para atacar la narrativa con versos como éstos: "porque el alma en Heráclito lo huele, / pero en tu piel hay luces de ukelele, / y así tu fuego el fuego en mí castiga / y muero como Ganivet en Riga". Y el Planeta siguió vivo y prosaico.

Artículo publicado en: El País, 19 de octubre de 2008.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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