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Edad del escritor

Por 2 de noviembre de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

Una vez me dijo alguien muy conocido en el mundo de las letras, bueno en alguno de sus márgenes para ser más precisos, que le resultaba extraño que yo siguiera leyendo novelas después de haber cumplido los cuarenta años. Y después de los cincuenta. Incluso me imagino acudiendo al viejo vicio muy anciano si puedo y llego. Me sienta bien. Me inquieta y me emociona, me ordena y me desordena. Creo que seguiré enganchado a las buenas novelas. Siempre nos quedarán, además, las relecturas. Y siempre estarán los poetas, la poesía. Es cierto que cada vez leo más ensayo, más historia, más biografía pero esas miradas a la realidad necesitan la fuga de la imaginación. La verdad de la imaginación. Así lectores seremos a cualquier edad.

¿Y novelista? ¿Poeta? Acaso hay edades para escribir una novela, para ser poetas. No son tan normales los casos de escribir una primera novela pasados los sesenta años. Es como una extravagancia. ¿Qué hace este señor maduro, tirando a muy maduro, entretenido en una novela con el coraje, la energía y otras cosas que su escritura demanda? Hay casos. Veremos casos. Nos alegraremos con alguno muy pronto. Nos gusta. Nos anima. Nos da esperanzas como lectores y como hipotéticos escritores de una novela que llevamos tanto tiempo pensando. A partir del lunes podremos volver al asunto.

Poetas. Esos parece que siempre tendrían que ser jóvenes. Tampoco es así. Uno de los libros más jóvenes y rebeldes de nuestra última poesía lo escribió el pasado año José Manuel Caballero Bonald, pasados los ochenta años y con el deseo de infracciones como si fuera un joven rebelde con muchas causas.

El economista Sampedro, que ya había escrito algo de joven, volvió con vigor y entrega literaria a partir de los sesenta años. A esas edades escribió su mejor novela, Octubre, octubre. Y todavía no ha parado.

Sigue escribiendo, más que nunca otro de los mejores y también octogenario, Ramiro Pinilla, Ahí están para demostrarlo las tres mil páginas de Verdes valles, colinas rojas. Y la nueva, excelente, mirada novelada a la Guerra Civil, La higuera.

No hay edad para el escritor. Y lo mejor, tampoco hay edad para comenzar una carrera como novelista. El lunes me lo dirán.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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