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Crímenes no ejemplares

Por 6 de agosto de 2008 Sin comentarios

Javier Rioyo

Cada pocos días tenemos noticia de algún asesinato de esos que ahora llaman "violencia de género". No creo que sea de género, más bien serán de sexo. El único género en el que creo es el género humano. Y tampoco tengo ninguna fe ciega, ni siquiera tuerta. Me falta fe en casi todo, también me falta fe en nosotros: los humanos.

No se pueden hacer muchas bromas con los crímenes reales. Esos crímenes de hombres celosos y machistas. Siempre recuerdo aquellos "crímenes ejemplares" contados por el irónico Max Aub. Una delicia, poder matar literariamente al otro porque no nos gusta su olor, o un insoportable grano en la nariz, porque nos mete el codo en el autobús o porque nos ha dado la lata. Muchas veces hemos matado así a nuestro accidental compañero de viaje. Ese tipo tan molesto y de modales tan broncos que está sentado a nuestro lado. Entre esos crímenes había muchos que nos helaban la risa. Y sobre todo ante la realidad tan tozuda de estos crímenes de hombres que no aman a sus mujeres.

Una de las "razones" más clásicas del llamado crimen pasional es: "La mate porque era mía". Con toda la chulería del más tópico de los machos mexicanos.

Y Max Aub añadía otro que es mucho más real: "La mate porque no era mía". Posesivos  hombres, impotentes asesinos que no soportan el fin del amor. Que no soportan que aquella que vivió con ellos ahora tenga otra vida. Obtusa y mala gente que camina, vive, no sabe amar y sabe matar.

/upload/fotos/blogs_entradas/larsson_med.jpgDicen que Landrú, aquél que mataba a sus mujeres para obtener beneficio, era visto por algunos, y algunas, como un sentimental. Era un torcido asesino en serie. Un cínico matador. Pertenecía a una especie mayor de perversión. No tan perversa como algunos de los personajes de la excelente novela de Larsson, Los hombres que no amaban a las mujeres, pero sí de una calidad en su perversión que les hace personajes literarios. El misterio del mal. Estos otros miserables que matan a la que fue su mujer son de una especie menor, son chapuceros indignos de ninguna literatura. Nada que ver con el asesinato considerado como una de las bellas artes. Nada dignos de aquellos que una vez imaginó el gran Thomas de Quincey.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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