Javier Rioyo
Durante años tuve un bar de cabecera. Es decir de nocturnidades y casi amaneceres. No voy casi nunca, pero siempre estoy dispuesto a volver a las viejas regiones. Ya era un bar mítico antes de que fuera un bar famoso de las noches de los ochenta, de las historias con "movida" o sin movida. Naturalmente hablo del Bar Cock, de Madrid. Sin duda mucho más que un bar. Ahora guardamos relaciones epistolares- ¡qué cosas!- y cada año por estas paganidades navideñas me llega puntual el libro/ felicitación de cada fin de año.
Gracias a Pachi, la mejor veladora del estilo de las noches y las buenas copas. Y cada año el libro que diseñó Gonzalo Armero nos gusta y nos sorprende. Este año se llama "Bebidas y resacas", fragmento del libro de Ben Schott, "Miscelánea gastronómica de Schott", publicado por El Aleph.
Un libro que hubiera encantado a Juan Benet, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma y otros gustosos de barras, bares y buenas bebidas. La lista de admiradores de esta literatura podría ser mucho más larga, pero no quiero ser telefónico.
Naturalmente comienza por el rey de los cócteles, el "Martini". Sigue con el "Sake". Y termina con la muy poética y "maldita" absenta.
Y en su natural elegancia, el libro de felicitación del Cock termina con unos cuantos consejos para la resaca. Los remedios para la resaca están extraídos de un texto de Jeffrey Bernard, La ira de las uvas. Naturalmente se recuerda que "lo semejante cura lo semejante". Así se habla del "Bloody Mary", mejor muy picante. Y de algunas recetas más. Algunas médicas: huevo crudo, brandy, azúcar, leche fresca. O una llamada "embalsamador", que es una pinta con rodajas de limón. O el considerado remedio infalible para la resaca, el llamado "champaña". Si al champaña se le añade un chorrito de brandy, o un par de huevos crudos, se le llama "cirujano mayor".
Todo eso, bebidas y resacas, son preferiblemente para uso de amantes de la literatura. Y el saber beber. Los demás mejor que se abstengan. Gracias.